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Tinta Socialista No. 108. Planes pro-oligarcas y pauperización para el pueblo
Miércoles 15 de enero de 2020, por
Ciudad de México a 15 de enero de 2020
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Los planes pro-oligarcas en México son un hecho tangible, en este aspecto la retórica de los políticos de oficio en ellos se sustenta, por ejemplo, con la firma de acuerdos económicos y políticos, como los firmados con Estados Unidos y Canadá (el T-MEC), así como el Plan de Infraestructura son impulsados con el argumento de beneficiar al pueblo, pese a que las masas trabajadoras enfrentan un conjunto de dificultades socioeconómicas que demuestran su condición paupérrima.
Entre las declaraciones del gobierno federal destaca “(…) hay una clara, franca manifestación de apoyo para que juntos logremos sacar adelante a nuestro querido México”, en referencia a la importancia que tienen para el Estado mexicano la participación de cámaras empresariales e importantes firmas monopólicas para la implementación de sus designios.
Esa forma cuasi “humana” de percibir la intervención de los intereses privados en la vida económica y social del país es la expresión de un discurso a modo que intenta granjear la aceptación de los trabajadores, aunque en el acontecer cotidiano del pueblo éste se enfrenta a las contradicciones generadas por las decisiones políticas del gobierno federal en materia de salud, trabajo, vivienda, alimentación, educación, salario… por lo tanto, las masas trabajadoras no esperaremos del Estado burgués una transformación radical.
Tanto el T-MEC como los proyectos contemplados en el Plan de Infraestructura constituyen en fenómeno económico de trascendencia dado que son mecanismos opresivos revestidos con benevolencia por su imagen mediática proyectada al pueblo, si bien no se descartan beneficios para los pobres del campo y la ciudad, empero, es necesario precisar que éstos serán paliativos o controles económicos y políticos, sobre todo, se allana el camino para el recrudecimiento de la contrainsurgencia.
La construcción del Tren Maya es un botón de muestra de aquel fenómeno para ilustrar la sistematicidad con la que se objetivan los intereses capitalistas mientras millones de familias proletarias sobreviven en medio de sus precarias condiciones materiales de vida. El desarrollo de las fuerzas productivas no favorece a todos por igual, la riqueza que genera la fuerza de trabajo y los medios de producción se concentran en la clase dominante.
La circulación de mercancías en el capitalismo es una condición inherente para la centralización de capital; con el Tren Maya se estima el transporte de éstas en una etapa inicial “(…) alrededor de 2.4 millones de toneladas de mercancías en los estados de Campeche, Chiapas, Yucatán, Quintana Roo y Tabasco, esto hasta movilizar 10 millones de toneladas”, en definitiva, es un proyecto con capital privado concesionado por el Estado, con el pretexto de fomentar el “desarrollo humano” para el pueblo.
Los planes del Estado mexicano no son obra del mismo, mucho menos son pensados para erradicar de raíz la pobreza, la miseria, el desempleo y garantizar los derechos y libertades políticas de los oprimidos, como la obra ferroviaria en puerta en la que circularán mercancías como “(…) insumos para la construcción, alimentos, así como maquinaria y herramientas menores”, y servicio de pasaje, lo peor del caso es lo asimétrico entre el discurso y el hecho, e indiscutiblemente, priva el intereses oligarca.
Desde las voces gubernamentales arguyen el ideal que en México del universo de pobres 25 millones dejen esa condición, objetivo previsto para el 2024. Idea concatenada con los planes económicos en puerta. Empero, la pobreza es producto de un modo de producción que genera iniquidad, su eliminación pasa por la supresión de la propiedad privada de la riqueza social y de los medios de producción, no por buenos deseos.
Si el capitalismo trastoca todos los ámbitos de la vida ser social del hombre, erradicar la pobreza no basta con emitir cifras cuya máxima es mostrar preocupación por los miserables como lo hacen organismos internacionales, voceros del imperialismo, por ejemplo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) vaticina que la pobreza en México se superaría hasta el 2035.
Dicha institución coloca nuestro país en el peldaño 18 de los más desiguales en América Latina. Estas cifras revelan cinismo e hipocresía, porque con falacias cuantitativas incentivan la celeridad para justificar mayor apertura para el capital monopolista transnacional que se traduce en mayor detrimento de millones de trabajadores y familias proletarias.
Las “maravillas” que los políticos de oficio exponen de los planes de infraestructura para la geografía mexicana resultan superfluos, dado que la pauperización de los pobres del campo y la ciudad son taladrantes y afectan a millones, es irrisorio creer que las ganancias se destinarán para el pueblo, cuando las cámaras empresariales, la oligarquía y el Estado son un ente único.
Las cifras conservadoras de instituciones oficiales expresen que “(…) Más de un millón de menores de edad no pueden ir a la escuela.” Este es otro indicativo de que el discurso define una perspectiva, mientras que la realidad exige más que arengas, por esto, el devenir para el régimen actual está sujeto de manera indiscutible al desarrollo capitalista, de ahí que independientemente de quien o que sigla partidista arribe a la silla presidencial, el pueblo estará sujeto a los designios del capital.
Las cifras gubernamentales en el cierre del sexenio anterior, contabilizó en 2018 “(…) 182 millones de personas en condición de pobreza, de los cuales 63 millones están en pobreza extrema.” ¿Significa que los grandes empresarios aportarán al Estado de sus ganancias a obtener de sus planes recientes para suprimir esa condición humillante en el pueblo? Sería un absurdo consentir semejante aseveración.
La pobreza y la miseria (que no es pobreza extrema) es provocada por el régimen capitalista, es la fuerza de trabajo la generadora de riqueza, pero su apropiación es privada, se concentra en pocas manos, de ahí que lo proveniente del Estado y la burguesía expresado en dinero y programas asistencialistas son mecanismos para desmovilizar a las masas descontentas, este fenómeno alberga los planes pro-oligarcas.
Las precarias condiciones socioeconómicas del pueblo no es herencia de sexenios pasados, sino que es obra del régimen de iniquidad que caracteriza a la sociedad capitalista, éste fenómeno se suprimirá al destruir el régimen oprobioso, por tanto, condena al pueblo a su lenta degradación, los números registrados por las instituciones exponen que “(…) 7 de cada 10 mexicanos que nacen en situación de pobreza, vivirán y morirán en la misma situación”.
La grandilocuencia de los políticos de oficio respecto de los proyectos de la burguesía por ejecutarse en el país, constituyen un ingrediente más para el discurso optimista de los hombres del régimen, pero la fundamentación material de dicho discurso no son las necesidades o las demandas del pueblo, sino la urgencia del capital por solucionar una consecuencia inherente del capitalismo, la crisis económica.
Otros efectos de las consecuencias de la crisis estructural en la actualidad son “(…) diariamente mueren 3.6 niñas, niños y adolescentes a consecuencia de la violencia”, además, más de 70 millones de personas no tienen acceso a la seguridad social, aunado a los salarios miserables que perciben los millones de asalariados, la situación social y económica del pueblo es degradante cuando los intereses del capital en esencia son la prioridad en este sexenio.
El discurso del representante del Ejecutivo Federal respecto a los temas de salud y educación, espetó, “(…) nosotros lo que queremos es crear un sistema de salud pública de primera y gratuito, porque la salud como la educación no son privilegios, son derechos”, aunque en los hechos, son tendientes a su privatización y que transitan por terrenos fangosos.
Los pobres y miserables, realizan su existencia en medio de un mar de carencias materiales, injusticias y violaciones graves de derechos humanos, esa realidad es el indicativo de que no hay nada bondadoso y fortuito en la retórica de los políticos de oficio, panorama que nos indica la necesidad de tomar conciencia de la realidad en la que vivimos, organizarnos de manera adecuada e impulsar la popular independiente.
Frente Nacional de Lucha por el Social
FNLS