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Tinta Socialista. No 90 ¿Qué significa ser policía, militar o marino en un régimen represivo?
Jueves 8 de agosto de 2019, por
Ciudad de México a 7 de agosto de 2019
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En un régimen que se distingue por la represión, ser parte de los cuerpos policíaco militares significa conformar el flagelo que lacera al pueblo; el puntal de lanza con que se objetivan múltiples crímenes de lesa humanidad y de Estado; los autores materiales que ejecutan el baño de sangre contra las masas trabajadoras; ser el ariete represivo que cala en lo profundo no sólo la integridad de familias enteras, sino que también busca cercenar su creatividad popular.
La represión no es una conceptualización hecha al vacío, ésta tiene sustento en los miles de víctimas que diariamente se suman a la de por sí extensa lista del terrorismo de Estado. Como un hecho real tiene sus manifestaciones concretas, cuyo brazo ejecutor lo conforma el Estado policíaco militar integrado por hombres armas con la patente de ejercer la violencia de clase contra el pueblo organizado y no organizado.
El pueblo identifica que las condiciones en las que se desenvuelve son precarias, tienen sustento en la desigualdad social y económica que generan la explotación y opresión capitalistas, para ello, la clase que detenta el poder organiza la implementación de la violencia para mantener a las masas proletarias sometidas a su yugo, de ahí que el aparato judicial y todo el conjunto de leyes y normas jurídicas conforman la maquinaria coercitiva con la cual el gobierno pretende doblegar la lucha por mejores condiciones de vida.
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Es falso que el pueblo genere la violencia, ésta se objetiva en cada acto cotidiano que desarrollan las masas trabajadoras. Violenta es la precaria calidad de vida que se logra con míseros salarios, la muerte por enfermedades curables, la negación de derechos y conquistas sociales. En todo este entramado, los hombres que forman parte de los cuerpos represivos fungen un papel determinante, porque sin ser ellos los dueños de lo que defienden, se comportan como fieles cancerberos del capital y de su amo: el empresario.
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Las masas organizadas saben distinguir quién objetiva el terrorismo de Estado, aprendió a ubicar al desclasado que es capaz de jalar el gatillo contra el pueblo inerme por sólo unos cuantos pesos, identifica a quien perdió toda sensibilidad humana y se vuelca contra sus semejantes con tal de ver saciadas la ambición del amo oligarca.
Los elementos policíacos que permanecieron en calidad de garantía para frenar mínimamente la represión fueron sorprendidos en flagrancia en el intento de cometer nuevos crímenes contra las masas organizadas de forma independiente, concretamente contra en el FNLS. El antecedente inmediato fue el proceder de otros agentes del Estado contra compañeros de la comunidad de Las Perlas donde el saldo de la agresión fue de dos compañeros heridos de bala.
Fue una actitud de protección de la colectividad ante el riesgo inminente del cometido de más crímenes, en ello no hay ninguna carga emocional de resentimiento o de venganza, porque se les consideró en su calidad de agentes de Estado y en esa condición estuvieron. Erran quienes tipifican el hecho como un secuestro, porque de ninguna manera tiene comparación un acto delictivo con una acción política de masas para salvaguardar la integridad de las masas.
Quizá para quienes condenan la creatividad popular es preferible que el pueblo llore en silencio a sus víctimas, dejar que el país se convierta en una enorme fosa clandestina y que el calvario que padecen las masas trabajadoras se vuelva perene. De ninguna manera el pueblo debe resignarse a ser la víctima eterna del terrorismo de Estado, cada golpe recibido debe traducirse en enseñanza ante la violencia de clase.
La voluntad política del FNLS para resolver los problemas conforme al diálogo siempre estuvo presente y hoy queda una vez más demostrado ante la actitud de hacer entrega de los policías retenidos a sus familias, indiscutiblemente es un gesto del humanismo proletario que distingue a las organizaciones populares, parte de los principios políticos a pesar de que éstos son parte del aparato represivo que causa al pueblo incontable cantidad de víctimas de diversos crímenes.
Es una maniobra mediática y una mentira sostener que fueron secuestrados, su condición en calidad de garantía de no represión se debe a la escalada de la violencia institucional contra todos los que luchan y se organizan por la conquista de sus derechos y quienes participamos en el FNLS en diferentes estados del país, fue también ante la negativa del gobierno del estado de entablar un diálogo para la libertad de nuestro compañero Javier Gonzáles Díaz, hoy preso injustamente y acusado de delitos que jamás cometió.
No hay nada de honorable en cebarse contra las masas inermes, es un trabajo bestial el que se les ordena como parte de los elementos que objetivan los planes represivos del gobierno. Ostentar alguna insignia de los cuerpos represivos significa que saben cómo se ejecuta el terrorismo de Estado en Chiapas, independientemente de su cotidianidad familiar, como agentes de Estado están conscientes de que la represión no es un hecho casual, éste tiene sus orígenes en las estructuras del poder local en contubernio con las demás instituciones de gobierno.
¿Cuál es el trabajo de un policía? ¿Dónde está lo digno de portar una insignia militar, de la marina o guardia nacional? No hay nada de digno en formar parte del brazo ejecutor que materializa el terrorismo de Estado, cada sujeto por muy intenso que sea el proceso de desclasamiento al que son sometidos saben que no hay mentira en lo que aquí se denuncia.
Sobre la responsabilidad de los cuerpos policíaco militares pesa el testimonio del cometido crímenes de lesa humanidad como la desaparición forzada de personas por motivos políticos o sociales, ejecuciones extrajudiciales e incontables casos de tortura. Es el caso del compañero Javier, quien fue detenido injustamente, desaparecido de manera forzada, torturado y ahora como rehén político para intentar hacernos desistir de nuestras justas exigencias.
Formar parte de los cuerpos policíacos en un régimen represivo significa que todo elemento humano, independientemente del sector popular de donde haya salido, olvida su condición de clase, paulatinamente pierde su esencia humana, son sujetos despersonalizados porque no sienten ningún remordimiento de llegar a su hogar, estar en la mesa con su familia, abrazar a sus hijos y saber que momentos antes se cebaron contra un hijo del pueblo o que dejaron a otro núcleo familiar sin un padre, un hijo o una madre.
Tales personajes se sienten humanos en la medida que se ceban contra otro y le causa insoportable dolor, están preparados para gozar ante la desgracia del otro. Existen testimonios de elementos militares que constatan lo que aquí se afirma, muy pocos desertan y dan cuenta de las atrocidades que les hacen ejecutar, la mayoría prefiere la holgada quincena para no inmutarse ante el dolor de otro semejante.
El pueblo aún se pregunta ¿qué sienten cuando llegan a sus casas, convivir con sus familias sin sentir ningún remordimiento? ¿Cómo son capaces de abrazar a sus seres queridos con esas manos que se manchan recurrentemente de sangre de las masas trabajadoras? ¿De qué manera se insertan en su cotidianidad sin pudor alguno?
Tenemos muy claro el origen popular de algunos elementos policíaco militares, sin embargo, eso no es condición para que todos mantengan su arraigo a sus pueblos o comunidades, por ello es un diametral error sugerir que “son pueblo con uniforme” porque nada o casi nada los distingue con las masas trabajadoras.
Cada hombre arma es parte de todo el aparato represivo, en el caso de los policías que fungían como parte de una supuesta escolta del párroco de la iglesia del municipio de Tila, Chiapas existe certeza fundada de su participación en hechos represivos y del seguimiento realizado a compañeros en la comunidad de Petalcingo, sin embargo, no hay rencor personal, a pesar de que intentaron accionar sus armas contra la humanidad de nuestros compañeros en Río Florido y causar más asesinatos, estamos conscientes de que son instrumento de la violencia de clase pero también que los ven como piezas desechables.
Estos elementos policíacos se van a casa, sus familias podrán estar con cada uno de ellos, pero no por los buenos oficios de ninguna institución oficial, porque para ellos no son más que elementos prescindibles en esta espiral de violencia, para sus jefes dejaron de ser personas para convertirse en la moneda de cambio que les permitiría ejercer la represión con más saña.
Se van a sus casas por la voluntad de los pueblos que están organizados en el FNLS, su patrón, el gobierno estatal los dejó morir solos o esperaba que sucediera una desgracia para justificar su proceder criminal, se equivocan señores del gobierno del estado, no somos de la misma calaña, el pueblo tiene principios y dignidad, por ello no actuamos como resentidos sociales.
Los luchadores sociales nos regimos por principios políticos y no por venganzas personales, estuvieron en una de las comunidades en tanto eran considerados como comisionados del poder político en su calidad de agentes del Estado, pero si para éste dejaron de ser indispensables y como tal los considera como piezas desechables, en nuestra voluntad que hoy estén con sus familias y si así lo desean, desde ese espacio exigir la libertad inmediata de nuestro compañero Javier.
Ellos se van a casa mientras que nuestro compañero sigue preso injustamente porque le endosaron delitos que él nunca cometió, sus familias estarán de nuevo reunidas, en tanto que la nuestro compañero aún faltará su presencia.
A pesar de nuestra voluntad parece que el Estado no va cejar en mantener su plan de represión, persiste la amenaza de ejercer órdenes de aprehensión contra integrantes del FNLS, ante ello es preciso que se sepa que actuaremos en correspondencia a nuestro derecho a la protesta, actuaremos en cada estado donde tenemos presencia como un esfuerzo de unidad nacional, porque la razón nos asiste como masas trabajadoras ante la existencia de un gobierno antipopular, represor y prooligarca.
Atentamente
Frente Nacional de Lucha por el Socialismo
FNLS