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Análisis y opinión. 12 de octubre de 1492: descubrimiento, conquista, lucha y resistencia de los pueblos de América

Jueves 12 de octubre de 2023, por Ciudad de México

Ciudad de México, a 12 de octubre de 2023

A la opinión pública

A 531 años del descubrimiento de América por los europeos el 12 de octubre de 1492 es un acontecimiento que señala el inicio del período de conquista de la corona española sobre los pueblos que poblaban el continente americano.

En 1521 con la caída de Tenochtitlan marca históricamente la conquista, sometimiento y casi exterminio de los pueblos originarios en nuestro país; la conquista de América significó en algunos lugares el exterminio y en otros se estuvo a punto de ser barridos de la faz de la tierra.

La lucha de los pueblos originarios se libró en tremenda desigualdad, de un lado, la espada y la cruz como símbolo de colonización, sometimiento y despojo; del otro, la determinación de enfrentar al invasor con dignidad, con la fecha y el arco, actitud que a la postre se convierte en raíz histórica de la resistencia de los pueblos originarios contra el dominio colonial y la voluntad de luchar contra el opresor.

Este acontecimiento en la historia de nuestro continente significó la interrupción del desarrollo natural de los pueblos originarios y con ello la imposición de relaciones de producción esclavistas, feudalistas y capitalistas que intensificaron el proceso de saqueo en América para acrecentar y fortalecer el desarrollo capitalista en Europa.

El descubrimiento y conquista de América trastocó la vida económica, política, social y cultural de los pueblos que ya habitaban este continente; la conquista no sólo fue material sino también espiritual y con ello dio origen a un proceso de sincretismo religioso para que los pueblos aceptaran de manera dócil las nuevas relaciones de explotación y opresión.

Con la espada se imponía violentamente la exigencia colonial española: oro y plata a raudales; con la cruz se imponía la visión religiosa, que exigía sumisión total de la población originaria al dominio colonial; ambas fueron el símbolo de la dominación material y espiritual. En la espada y la cruz se sintetiza la esencia de la dominación colonial que se tradujo en una interminable espiral de violencia para los vencidos.
Trescientos años duró el dominio español sobre nuestras tierras y vidas, al mismo tiempo, en ese período se dieron más de trescientas rebeliones contra los colonizadores, este hecho alimentó la raíz histórica de la resistencia anticolonial y hoy la antiimperialista.

En la actualidad esta fecha histórica es rememorada desde la oficialidad para hacer culto a unas relaciones sociales idílicas, reivindicar al indígena como un objeto alegórico, elemento del folklor y de ornato, emplean el simbolismo místico religioso para crear una figura política inexistente, por ejemplo, la entrega del bastón de mando para redimir la figura del indígena desde el punto de vista de las castas, como un sujeto social sustraído de las relaciones de producción capitalistas, actos protocolarios que resultan reaccionarios al pretender negar sutilmente el desarrollo histórico, el sistema de opresión por medio de las castas sociales fue barrido por la Guerra de Independencia.

La lucha y resistencia de los pueblos originarios es utilizada de manera oportunista por políticos de oficio que contienden por la silla presidencial, en el marco electoral de la sucesión en el 2024 intentan protocolizar el aval de pertenencia de tal o cual grupo indígena con un formalismo institucional rancio, lo que significa una aberración política, porque en esta lógica representa un trámite burocrático que robustece su currículo como político de oficio, un título nobiliario inexistente en tanto que vivimos en el capitalismo y no en el feudalismo.

Xóchitl Gálvez candidata del Frente Amplio por México (FAM) se ostenta como “indígena”, pero su condición social es burguesa, un político de oficio que impulsa una posición reaccionaria, cuando le tocó estar al frente de una institución indígena se negó a llevar cultura a este sector social porque en su concepción son huevones e incapaces de adquirir conocimientos científicos.

Como empresaria y político de oficio formó parte del gabinete en el gobierno de Vicente Fox Quesada, en el cual estuvo a favor de impulsar políticas que aseguraban beneficios al interés privado y con ello garantizar la explotación del hombre por el hombre, políticas que a la postre resultó beneficiada porque emerge como una eminente señora de negocios.

La señora Xóchilt Gálvez se reivindica en su “pureza” de la raza indígena, pero su proceder y proyección mediática bajo esta bandera refleja oportunismo político que genera náuseas y resulta grotesco que una empresaria se dé baños de pureza étnica para granjearse simpatía y asegurar votos en el 2024, emerge incuestionablemente como la botarga del mundo empresarial encabezado por el oligarca Claudio X González.

Irónicamente el papel de los diputados y senadores que dicen representar al sector indígena es ambiguo y políticamente burdo, el trabajo legislativo siempre ha sido avalar leyes antipopulares que garantizan la opresión política de los trabajadores, porque desde sus curules promueven recursos legislativos que atan a los pueblos y comunidades indígenas al furgón del desarrollo económico y justifican el despojo, saqueo y expoliación por medio de supuestos proyectos económicos.

Legislar a nombre de los indígenas resulta una práctica oportunista cuando a través de supuestas acciones de benevolencia se oculta la esencia del régimen social, se despoja a los pueblos y comunidades étnicos de territorio, se mercantiliza su forma de vivir y vestir y se le despoja de su identidad sociocultural para presentar a un sujeto fuera de las relaciones de producción predominantes de nuestro desarrollo histórico social.

Nuestro país está conformado por una amplia gama de expresiones culturales milenarias, sin embargo, esto no es lo determinante. A estas alturas del desarrollo capitalista, lo más importante es que somos mexicanos, conformamos una entidad nacional, pero ésta no es homogénea porque existen diferencias de clase, hay una minoría que conforman la clase de los explotadores y una inmensa mayoría de explotados, por lo tanto, el papel sociocultural no es el factor determinante para definir la posición en la sociedad.

No se puede ver de manera idílica al sujeto indígena, éste por el lugar que ocupa en la producción de bienes materiales de existencia, por el lugar que ocupa en relación a la posesión de medios de producción, por la cantidad de riqueza social que posee, resulta incuestionable la existencia de indígenas que explotan y oprimen a otros indígenas.

El desarrollo de México transita por la senda del capitalismo, el lugar que ocupa en la división internacional del trabajo ha empujado a jugar el papel de ser proveedor de materias primas y fuerza de trabajo subvaluada, ello explica la intensa depredación de los recursos naturales a través de la explotación minera y la explotación de mano de obra mexicana para la manufactura.

Desde la conquista por la corona española a la fecha el desarrollo de las fuerzas productivas juega un papel preponderante en la vida socioeconómica del país, incorpora de manera violenta a diferentes regiones de la geografía nacional al mercado capitalista, lo que implica expulsión de fuerza de trabajo de comunidades campesinas e indígenas y su concentración en los principales centros industriales que conforman los cinturones de miseria.

La referencia histórica de la lucha y resistencia de los pueblos originarios contra la conquista de la corona española se debe traducir en la adquisición de una conciencia política, donde los trabajadores del campo y la ciudad nos reconozcamos en nuestra condición de explotados y oprimidos.

Hoy la lucha es en torno a la exigencia de mejores condiciones de vida, no sólo de un sector del pueblo sino en el reconocimiento de la condición socioeconómica que nos identifica a los trabajadores del campo y la ciudad que padecemos los flagelos de la explotación económica y opresión política; en la lucha organizada contra la violencia que emerge de las instituciones y hombres del régimen; en la lucha contra la desaparición forzada de personas y la ejecución extrajudicial.

La bandera de lucha por el respeto y la identidad cultural de los pueblos originarios debe transitar en la construcción de una conciencia nacional que nos permita reconocernos como explotados y oprimidos, debemos mostrar la fuerza como un solo músculo en la lucha contra el explotador, desterrar el chovinismo pequeño burgués que promueve la atomización del movimiento popular y reivindica títulos nobiliarios inexistentes de pureza étnica.

La historia nos enseña que, al no haber unidad entre los trabajadores, sean campesinos, indígenas, obreros o de cualquier sector popular, es difícil presentar una fuerza unificada al explotador y conquistador; esta circunstancia ya la vivimos cuando Hernán Cortés utilizó las contradicciones internas en los pueblos originarios para facilitar la conquista de Tenochtitlan.

La lucha por el territorio y la autonomía resulta insuficiente, sino funge como el elemento que permita organizar la lucha contra el dominio del capital, es estéril si no coadyuva a construir los cimientos de una nueva sociedad donde no exista la propiedad privada y la explotación del hombre por el hombre.

A 531 años de lucha y resistencia contra el dominio de la corona española, la explotación y opresión ha cambiado de forma, pero mantiene la esencia rapaz e inhumana, condición que nos llama a analizar el fenómeno socioeconómico para determinar las necesidades políticas y organizativas para superar este régimen oprobioso.

Este 12 de octubre no conmemoramos el encuentro de dos mundos, tampoco el descubrimiento idílico de un nuevo continente; para los explotados y oprimidos contemporáneos significa encontrar en este hecho histórico las raíces que alimentan la voluntad de luchar contra el opresor, de organizar la resistencia consciente contra el explotador.

Es inaceptable el planteamiento chovinista de que debemos estar agradecidos por haber sido conquistados por España, porque de haber sido otro poder colonial nos hubieran exterminado; pensamiento de esta naturaleza solo emergen de mentes con ideología neocolonial, racista y xenofóbica.

En la actualidad quienes habitamos en América Latina debemos organizar la lucha contra el régimen de explotación y opresión capitalista; tenemos la necesidad de organizar la lucha antiimperialista como medida colectiva contra la intervención militarista de los países que se abrogan el derecho de ser los gendarmes del mundo.

Nuestra solidaridad con el pueblo palestino, su lucha y resistencia es legítima, nos queda claro la ofensiva israelita contra un pueblo que por décadas ha resistido los embates sionistas por defender su territorio y dignidad humana. ¡Alto al genocidio en Palestina!

Fraternalmente
¡Por la unidad obrera, campesina, indígena y popular!
Frente Nacional de Lucha Por el Socialismo
FNLS

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