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Pronunciamiento político: El papel que la mujer asume en la sociedad capitalista tiene carácter de clase

Viernes 8 de marzo de 2024, por Ciudad de México

Ciudad de México, a 8 de marzo de 2024

A la opinión pública

La mujer no está separada de la condición de clase en el sistema capitalista, se expresa en la relación social con otros, en su concepción de la vida, del mundo y en su práctica política, de la concepción que asuma coadyuva en la liberación de su clase o somete, explota y oprime a otra clase.

Al ser parte de una clase social la va identificar condición económica, política y social, ideología, necesidades, intereses y objetivos. Aspectos que reproducen en la vida cotidiana, en el trabajo, en la familia, en las relaciones sociales, en las decisiones personales, etc.

En la sociedad capitalista encontramos a la mujer burguesa y la mujer proletaria, dos tipos de mujeres que por su condición de clase reflejan diferencias sustanciales, por ejemplo, la campesina, obrera, jornalera, profesionista sufren la explotación económica y opresión política; la burguesa explota y oprime por igual a hombres y mujeres para incrementar su riqueza.

Las mujeres explotadas resuelven sus necesidades de alimentación, vestido, calzado por medio del trabajo asalariado, se ve obligada a someterse a largas jornadas, con salarios que no cubren el cúmulo de necesidades, están forzadas a vivir en la precariedad material y la miseria.

La mujer burguesa tiene la vida resuelta a costa del trabajo ajeno, vive, piensa y está al pendiente cómo acumular más riqueza. La solución de sus necesidades de vestido, alimentación y salud no los resuelven en los mercados o espacios populares, para ello tienen a su disposición tiendas de marcas de prestigio que un proletario nunca podrá acceder.

Condiciones de una y otra que no afectan exclusivamente a las mujeres, al ser una condición de clase aplica lo mismo para el hombre, por tanto, en la sociedad capitalista más que centrar nuestra atención en la diferencia de sexos, debemos enfocarlo en la explotación y opresión que mantiene sometido al pueblo trabajador.

La violencia que vive el pueblo mexicano, de origen es de clase, las motivaciones por las que la burguesía la despliega a lo largo y ancho del país son económicas y políticas, afecta tanto a mujeres y a hombres de la clase trabajadora, es una verdad a medias que por su condición sexual se dirija solo contra la mujer.

El planteamiento de la lucha entre hombres y mujeres tiene su fundamento en el feminismo burgués, el cual impulsa una lucha fratricida entre sexos, lo que elude la existencia de clases sociales, un planteamiento que beneficia a la clase en el poder, porque desvirtúa la esencia de la desigualdad y desdibuja los responsables de la desgracia del pueblo.

Que una parte de las mujeres trabajadoras la reproduzcan por ingenuidad indica el extravío ideológico de la clase social a la que pertenece, por otro lado, quienes la reproducen con premeditación expresa el dolo y el favor que le hacen a la clase que detenta el poder, porque secundan conceptos que son reaccionarios. Las dos formas de pensar y proceder no ayudan a unificar esfuerzos en la lucha contra la explotación económica y opresión política.

Luchar por libertades políticas y derechos para la mujer como el derecho a decidir sobre su cuerpo, libertad de abortar, a la salud, de recibir atención psíquica, a la crianza, educación, vivienda digna, derechos que coadyuvan a luchar en mejores condiciones, son demandas que desde nuestro origen y concepción apoyamos y exigimos su cumplimiento cabal, sin embargo, esto no debe constituir el fin de una causa, sino la puerta que nos debe permitir comprender la necesidad de luchar por la emancipación de los explotados y oprimidos. Porque podemos luchar por demandas inmediatas que alivien ciertas necesidades, pero la condición de explotadas y oprimidas se mantienen, no se han modificado en lo absoluto.

La mujer que es parte de la clase trabajadora tiene la necesidad y el derecho de luchar por transformar las condiciones materiales de precariedad que vive a diario, tiene el derecho a no sufrir violencia al igual que el hombre y a transformarse en función de los intereses colectivos.

Cuando la mujer se incorpore a la lucha no solo por sus demandas inmediatas, sino por las demandas de la clase social a la que pertenece, en esa medida puede liberarse del extravío político e ideológico, en esencia se trata de luchar contra la explotación y la opresión capitalista.

Las condiciones de pobreza y miseria en las que vive la mujer trabajadora hacen visible la ilusión de la igualdad de la mujer, el llamado empoderamiento de la mujer en el capitalismo es su incorporación al proceso productivo, a su participación en las estructuras de gobierno para que sean parte de la opresión contra los de su clase, a eso reducen la afamada igualdad y cuota de género.

No hay empoderamiento de la mujer en abstracto, lo que existe en la vida pública del país es el empoderamiento de la mujer burguesa en las instituciones gubernamentales que garantizan la continuidad de las relaciones capitalistas, donde el hombre es el depredador del hombre.

Este empoderamiento de la mujer conlleva al empoderamiento de la clase burguesa, sea mujer u hombre, eso le otorga mejores condiciones políticas para explotar y oprimir. Lo mismo da que sea policía, militar, funcionaria, jueza, ministra, diputada, senadora o presidenta de la república, mientras secunden esos conceptos y ese pensamiento reaccionario, lo que hacen es fortalecer las relaciones capitalistas y en consecuencia su ideología.

La llamada cuota de género está diseñada para incorporar a la mujer a la administración pública, para justificar la supuesta igualdad y equidad de género, aquella que en el capitalismo no existe porque éste se basa en la desigualdad económica, política y social.

Resulta hipócrita que desde la oficialidad se intente abogar por el derecho de las mujeres a mejores condiciones de vida, cuando existen mujeres en puestos de gobierno que avalan leyes lesivas contra el pueblo, mujeres policías y militares que reprimen o torturan, presidentas municipales y gobernadoras que aplican políticas antipopulares, funcionarias que son corruptas, lo que indica que, aunque sean mujeres defienden una posición política y de clase ajenas a los del pueblo trabajador.

El feminismo de carácter burgués hace gala en el actual proceso electoral, porque se coloca a la mujer por su condición sexual como garantía de mejora de las condiciones de vida de la población mexicana, es una postura hipócrita porque en la vida diaria reproducen los mismos mecanismos de explotación y opresión del sistema. Las candidatas son hijas del sistema capitalista que en cada uno de sus actos reproducen las relaciones de dominación, de manera consciente son parte del monstruo que explota y oprime a la mujer trabajadora.

La mujer debe ser consciente de su condición de explotada y oprimida para poder desplegar los esfuerzos organizativos y de lucha necesarios como medio para liberarse de las cadenas que la atan a su condición de clase.

La mujer obrera y campesina, la mujer asalariada, el ama de casa, la colona, la profesionista honesta y la científica progresista enfrentamos la disyuntiva de: reproducimos las relaciones de dominación que nos son impuestas o adquirimos conciencia de clase para romper las cadenas de la dominación burguesa.

La liberación de la mujer y la emancipación popular no está en la confrontación entre sexos; tampoco en los pasillos de las instituciones gubernamentales; menos aún en los cafés donde se hace politiquería; no está en la degradación del ser genérico que exacerba el individualismo y recrea la degradación humana.

El camino de la emancipación de la mujer no está en militar en partidos políticos electorales, en ser parte de los cuerpos represivos, en la aspiración de llegar a ser un buen político de oficio o en una exitosa emprendedora.

La emancipación de la mujer está en comprender que su lucha es la misma que la de la clase trabajadora, la del conjunto de explotados y oprimidos, en donde las mujeres somos parte activa de ese universo, en la medida que rompemos las cadenas capitalistas rompemos nuestras propias ataduras y avanzamos en libertad en torno a la causa socialista.

En esta fecha histórica de lucha y de protesta exigimos la libertad de nuestros compañeros presos políticos y revolucionarios del mundo: Gabriela Gallardo y Omar Campo Verde del movimiento Guevarista Tierra y Libertad, en Ecuador, libertad a Mónica Caballera, presa política en Chile, libertad para Carmen y Laura Villalba, presas políticas por el Estado Paraguayo; libertad para el compañero Higinio Bustos Navarro, preso político por el Estado mexicano.

Exigimos juicio y castigo a los responsables materiales e intelectuales de la tortura y posterior ejecución extrajudicial de las niñas Lilian Mariana y María del Carmen; hijas de Laura Villalba y sobrinas de Carmen Villalba.

Así mismo exigimos la presentación con vida de Carmen Elizabeth Oviedo Villalba, “Lichita” hija de Carmen Villalba, detenida desaparecida el 30 de noviembre de 2020 por el Estado paraguayo a través de las Fuerzas de Tarea Conjunta del Ejército paraguayo.

Mujeres y hombres que unifican esfuerzos en una lucha por transformar las condiciones de vida de su pueblo; ejemplo de arrojo y valentía que ante la condición de encarcelamiento injusto al que han sido sometidos muestran una actitud correcta ante la vida y el enemigo, su temple nos muestra el camino de lucha a seguir por un mundo sin explotados ni explotadores.

Fraternal y combativamente:
¡Por la unidad Obrera, Campesina, Indígena y Popular!
Frente Nacional de Lucha por el Socialismo
FNLS

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