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Ponencia: La lucha por la tierra y el socialismo en México

Domingo 10 de octubre de 2021, por Chiapas

Ponencia leída el día de ayer en el foro: la lucha por la defensa de la tierra, la cual se realizó en la Plaza de la Resistencia y de la Paz en la ciudad de San Cristobal de Las Casas, Chiapas.

Chiapas, México, octubre de 2021

La lucha por la tierra y el socialismo en México

La lucha por la tierra y por el socialismo en nuestro país reviste vital importancia en el contexto actual de México, ambas van de la mano y son parte de la lucha de nuestro pueblo por alcanzar la justicia social.

Los crímenes de Estado ejecutados contra quien defiende la legítima posesión de la tierra, quien lucha por construir formas organizativas que hagan de la tierra el elemento organizador de comunidades campesinas e indígenas… señala que el pobre que lucha y se organiza fuera de la política avasalladora gubernamental es visto como un potencial enemigo al que hay que vencer antes de que la crítica contra el régimen se convierta en un elemento que desnude la verdadera intensión de la política del gobierno.

La tierra es medio de vida para quien imprime actividad creadora y sabe que con el trabajo puede dar frutos para la subsistencia humana, pero el mercado capitalista la pervierte y enajena, al grado que no importa si de ella se produce alimento o se extraen minerales para la empresa transnacional; para el capital es fuente de riqueza al someter al trabajador y la tierra a mecanismos que esquilman la vida.

El campo mexicano es regado con sangre del pueblo trabajador, son múltiples los flagelos que laceran la humanidad de quien lucha por la defensa de un pedazo de tierra para vivir y trabajar. Ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, desplazamiento forzado, prisión por motivos políticos, persecución política… son algunas de las violaciones a los derechos humanos con los que se castiga la digna decisión de no perecer de hambre y de luchar con dignidad antes que vivir despojados de nuestros derechos.

El desarrollo capitalista no es armónico con el desarrollo de los pueblos y comunidades, la mezquindad de la propiedad privada no engarza con el avance cualitativo de la humanidad. En cada uno de los proyectos que el capital monopolista transnacional implementa, la voluntad popular es ninguneada. Ello no significa oponer una aversión necia al desarrollo, sino que éste no resuelve las históricas necesidades de las masas trabajadoras.

La lucha por la tierra debe revestir un amplio análisis de la realidad, no se trata de oponer una negativa necia a los proyectos económicos gubernamentales desde una concepción primitivista, sino de ubicar que ningún proyecto será benéfico para el pueblo si no se destierra la propiedad privada de los medios de producción y es abolida la explotación del hombre por el hombre.

En los tiempos actuales es preciso que la tierra adquiera la cualidad de baluarte en la lucha para constituir el elemento organizador, que impulse nuevos parámetros de cultura, ideología y educación. La lucha fratricida entre pueblos por centímetros de tierra, que muchas de las veces termina en desgracia, únicamente beneficia a los explotadores, quienes se congratulan de ver que el pueblo se desvive por fortalecer su instinto primitivo y su apego a la propiedad privada.

A pesar del discurso presidencial, la violencia institucional emplea las viejas prácticas del paramilitarismo que revive crímenes en los gobiernos actuales, es falsa la jactancia de haber erradicado las graves violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad. Dichas prácticas que permanecen tan actuales no indican variación de esencia respecto a aquellos flagelos que utilizaron los gobiernos del PRI y el PAN para desangrar a las masas trabajadoras.

Los grupos paramilitares actuales fungen como punta de lanza de la represión contra comunidades y organizaciones populares. Ellos son el primer eslabón de la cadena represiva del Estado mexicano, de tal manera que, su desenmascaramiento y la denuncia en la colusión con autoridades locales, estatales y federales, es un imperativo para avanzar en la lucha por mejores condiciones de vida.

Luchar por la tierra en estos momentos de agudización de la crisis económica capitalista reviste de una importancia nodal, la producción para la agroindustria amenaza la apertura de un nuevo proceso de acumulación a través de métodos violentos, por lo que su defensa precisa de elementos metodológicos que correspondan a este fenómeno socioeconómico del presente.

La defensa de la tierra en las actuales condiciones políticas debe ser un elemento para construir formas políticas y metodológicas organizativas de los trabajadores del campo y la ciudad; la tierra no se circunscribe a un título de propiedad, sea individual o colectivo, es un aspecto organizador por esencia, una trinchera que defender, un punto en el horizonte que conquistar.

El surgimiento de nuevas aspiraciones pequeñoburguesas es una dificultad que debe ser resuelta en lo inmediato. La constitución de nuevos caciques que utilizan todo tipo de argucias y mañosadas para acaparar tierra y después renegar de su pasado, es una actitud propia del individuo ladino y desclasado que no logra despojarse de su apego a la propiedad privada.

Las comunidades indígenas y campesinas vivimos un constante asedio, no es opción reconocerse con los demás trabajadores de la ciudad que viven paulatinamente en la precarización, todos nos encontramos en medio del influjo de la ruta de proletarización material y estamos llamados a unir fuerzas como un solo puño contra los explotadores y opresores.

Luchar por la tierra debe traducirse en mecanismos de defensa de los intereses populares y no para construir una nueva casta de caciques y empresarios ligados al sector agropecuario, si no para construir una escuela popular, donde la transmisión de experiencias sea en la vía de los hechos parte de la lucha por los derechos del pueblo.
En el país son incontables los crímenes cometidos contra el sujeto consciente que luchan por el respeto a la legítima posesión de la tierra, nombrados con diferentes eufemismos, defensores del territorio, del derecho humano a la tierra, etc., sin embargo, esas particularidades no los exime de que todos son hijos del pueblo, de que son parte del sujeto crítico e inconforme.

Nuestros compañeros, mártires de la lucha por la tierra y el socialismo, Héctor Sántiz López, Víctor Alfonso Pérez López, Humberto Morales Sántiz, Ramiro Rodríguez Sántiz, Efraín Espinosa Pérez y Mario Alberto Vázquez Aguilar, son parte del testimonio doloroso del costo que significa esta lucha, pero a la vez son el vivo ejemplo de que la vida que se consagra a los ideales superiores de la humanidad, se vive con mucha intensidad y alegría.

Los crímenes cometidos contra integrantes del FNLS para intentar detener nuestra lucha son múltiples, entre ellos se encuentra la desaparición forzada de nuestro compañero Fidencio Gómez Sántiz, la ejecución extrajudicial de Humberto Morales Sántiz; así como la prisión por motivos políticos de los compañeros Javier González Díaz, Armando Hernández Sánchez, Venturino Torres Escobar, Asunción Gómez Sánchez, Leobardo Reyes Meza e Higinio Bustos Navarro; la percusión política de la compañera Noemia Calles Rios y el compañero Profesor Armando Falconí Borraz; el asesinato de Efraín y Mario por la GN y los paramilitares en Carranza; las más de 135 carpetas de investigación y las diferentes órdenes de aprehensión contra trabajadores de la educación de la Asamblea Estatal Democrática, militantes del FNLS. Son sólo unos ejemplos de la manera en que el Estado mexicano pretende minar la lucha popular.

En el FNLS no hay ningún titubeo, la lucha por la tierra está intrínsecamente relacionada con la lucha por los derechos del pueblo y por el socialismo. Organicemos e impulsemos la primera como un elemento que permita construir los principios fundamentales de una forma de vida mejor, una organización cualitativa superior de la producción y, por ende, una posibilidad de mayor desarrollo del hombre como ser histórico y universal.

Fraternalmente
Frente Nacional de Lucha por el Socialismo
FNLS

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