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El 10 de abril es una fecha histórica conmemorada por el asesinato a mansalva al general Emiliano Zapata
Martes 10 de abril de 2018, por
Huasteca y Sierra Oriental 10 de abril de 2018
A los medios de comunicación
A las organizaciones populares
A los organismos defensores de los derechos humanos
A los pobres del campo y la ciudad
El 10 de abril es una fecha histórica conmemorada por el asesinato a mansalva al general Emiliano Zapata, uno de los caudillos que personificara las aspiraciones populares de tierra para los campesinos pobres en nuestro país. En el crimen objetivado en su contra está consagrada la política que identifica a la clase que detenta el poder, el odio de clase para cometer todo tipo de atrocidades para intentar quebrantar la disposición de luchar cuando el pueblo decide tomar las riendas de su propio destino.
La lucha por el derecho a la posesión de la tierra para vivir y trabajar adquiere matices únicos conforme avanza el desarrollo socioeconómico nacional e internacional; el lema “La tierra es de quien la trabaja”, en su momento expresó las más altas aspiraciones revolucionarias de amplias masas campesinas del pueblo; hoy este régimen lo ha tergiversado para aludir el derecho del capital privado de adueñarse la tierra para constituir nuevos latifundios.
Detener el avasallamiento del capital monopolista transnacional sobre la geografía mexicana es el distintivo particular de los derroteros por cuales nos conduce la lucha por la tierra y su defensa. La voracidad y ambición de empresas transnacionales sostienen una afrenta constante contra el pueblo trabajador a través de la intensificación del despojo violento de tierra el cual lleva implícito el desplazamiento forzado.
Las denominadas Zonas Económicas Especiales (ZEE) son el parapeto tras las cuales se esconde el interés del capital, el grotesco proceso de acumulación y centralización que ensancha de manera exorbitante la brecha que existe entre los poseedores y desposeídos. El gobierno mexicano utiliza estos eufemismos para encubrir la política entreguista de toda la riqueza natural y energética de nuestro país a los países imperialistas.
La fecha conmemorativa del 10 de abril no es para satisfacer una catarsis colectiva, donde el acto contestatario sea el motivo de la acción. Es una fecha que invita a reflexionar sobre los aspectos positivos y negativos de todo este proceso de lucha, por esta razón, no se trata únicamente de la defensa en abstracto del territorio y del planeta, la tierra como medio de vida es para beneficio de la colectividad y no para crear nuevos caciques.
La degradación del planeta es cada vez más evidente conforme la agudización de las relaciones capitalistas, de donde se desprende que es una necesidad real la preservación del medio ambiente, pero esta lucha no debe verse separada de la defensa de la tierra para vivir o trabajar, porque la tierra es en sí misma un medio de producción y proveedora de materia prima, por lo tanto, es medio de vida.
Defender el derecho a la tierra está intrínsecamente relacionada con la defensa de la naturaleza, contra los megaproyectos como nueva forma de propiedad privada de la tierra, en todos estos aspectos están expresados las particularidades que adquiere el fenómeno en el actual proceso socioeconómico, son parte inherente de la lucha en tiempos de hegemonía imperialista.
La lucha contra el capital y contra la burguesía es la lucha por la defensa de la tierra, para acabar con todas las inequidades de este régimen, no para que al final de esta lucha emerjan nuevos terratenientes. Poseer un espacio de tierra para vivir o trabajar debe ser el punto de partida para la organización popular, para fincar los nuevos parámetros de vida de una futura sociedad sin explotadores.
Es un realidad inocultable que la profundización de la reformas neoliberales incrementan el despojo de tierra a gran escala, la pulverización de derechos y conquistas sociales para favorecer al capital monopolista transnacional, ante ello, se configuran con mayor nitidez los enemigos del pueblo trabajador, los responsables de la miseria y pobreza que pululan en toda la geografía mexicana.
No es el típico cacique de horca y cuchillo quien representa el personaje hostil a las masas proletarias, son los políticos de oficio que avalan medidas leguleyas para el saqueo de nuestros recursos, son los burgueses que únicamente velan por sus mezquinos intereses, son los cuerpos policíaco-militares quienes conforman el ariete represivo para imponer la voluntad oligárquica.
El desarrollo capitalista arroja paulatinamente a amplias masas campesinas a las grandes urbes, con lo que inicia un proceso intenso de proletarización material del campesinado mexicano, por este motivo, la lucha por la defensa de la tierra nos plantea nuevos horizontes para coronar satisfactoriamente las demandas históricas de nuestro pueblo.
La tierra que ayer fue recuperada con altos costos humanos, hoy figura en manos de nuevos caciques arrebatada de nueva cuenta a través de distintos medios.
Irónicamente esa tierra que se conquistó bajo la consigna de ¡Tierra y Libertad! Y amplias masas campesinas se lanzaron a la lucha contra la dictadura del capital y por el reparto agrario, varias generaciones después es arrancada en este nuevo ciclo de centralización de capital.
La lucha por la defensa de la tierra y su defensa ha cobrado víctimas del pueblo, asesinados arteramente por las balas del Estado, los autores materiales se modifican según las condiciones, pero en esencia obedecen a su amo capitalista.
Son las bandas paramilitares, los cuerpos represivos del Estado policíaco militar quienes objetivan de diversa manera los crímenes de lesa humanidad con el propósito de generar el terror en la población y así allanar el camino del despojo y la implementación de saqueo indiscriminado de los recursos naturales.
Entre las víctimas se encuentra el compañero Héctor Sántiz López, mártir de la lucha por la tierra, su defensa y el socialismo; el compañero Humberto Morales Sántiz, ejecutado extrajudicialmente por el grupo paramilitar “Los Petules”; el compañero Fidencio Gómez Sántiz, detenido desaparecido de manera forzada; el compañero Víctor Alfonso, víctima del asesinato político; una lista interminable de víctimas de organizaciones del movimiento popular en todo el territorio nacional.
Luchar por tierra es luchar por la organización de campesino pobre y a través de ella adquirir conciencia proletaria, para identificarnos con nuestros hermanos de clase, los pobres del campo y la ciudad. Debe ser el aliciente para fincar los pilares de una nueva sociedad sin explotados ni explotadores.
La lucha por la defensa de la tierra es para que permita al pueblo organizarse por la defensa de la vida, por el derecho a trabajo y por una nueva sociedad sin explotación ni opresión. Si la lucha se reduce a obtener la tierra como un simple objeto, con el tiempo las relaciones capitalistas invaden toda la cotidianidad y es convertida en una vil mercancía con la que se puede resolver todo tipo de frivolidad pequeñoburguesa.
La lucha por la tierra y su defensa debe configurarse en el emblema para la estructuración de todo el descontento popular en el campo, para construir la alianza obrero campesina en todo el país, para desarrollar creativamente la lucha por mejores condiciones de vida, en suma, para incentivar la lucha por el socialismo en nuestro país.
Frente Nacional de Lucha por el Socialismo