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LA MASACRE EN TECHIMAL: UN CRIMEN DE ESTADO IMPUNE 1984 - 1986

Sábado 11 de noviembre de 2023, por Huasteca

I
RESEÑA HISTÓRICA DE LA COMUNIDAD DE TECHIMAL, TIANGUISTENGO HIDALGO.

Antes de ser lo que hoy es la comunidad de Techimal, como lo conocemos actualmente, éramos una comunidad sometida y sumida en la miseria, analfabeta y monolingüe. Al indagar con nuestros antecesores y conocer evidencias oficiales sobre nuestra historia, conocimos los hechos más relevantes del despojo de nuestras tierras ejidales por particulares y caciques en connivencia de los tres órdenes de gobierno.

En su momento, Techimal, era un ejido constituido a nombre de 4 comisariados: Juan Nazario, Nicolás Nazario, Pedro Nazario y otro más; que aparecían como propietarios, pero en realidad las tierras eran usufructuadas por todo el pueblo, que pagaba, cada año, una contribución en el municipio de Tianguistengo, Hgo.

Al paso del tiempo, con predominio del analfabetismo e ignorancia de unos y los intereses mezquinos de otros, fueron impuestas las relaciones con intereses caciquiles hasta lograr la supremacía de estos sobre la mayoría de la población. La sumisión derivó en despojo sucesivo de la propiedad ejidal y la violación sistemática de los más elementales derechos humanos y constitucionales.

Posterior a los años 30 frecuentaba un comerciante de telas originario del municipio de Zacualtipán, Hgo., quien a través de la manipulación y coerción logró que uno de los comisariados le “rentara” un predio del ejido, bajo el argumento de que estas estaban ociosas, que no alcanzaban los ejidatarios a trabajarla.

Pronto, aquel individuo, empleó a sus peones para limpiar el monte, sembró tabaco (de lo cual debe el nombre Iyatipa hoy Yatipán) y posteriormente pasto, introdujo ganado y vaqueros, por medio de ellos empezó a surgir una nueva población que más tarde sería lo que es hoy la población de Yatipán.

En el transcurso del tiempo, poco a poco, personas ajenas al ejido de Techimal fueron despojando y apropiándose de nuestras tierras, ellos en corto tiempo se sintieron los amos y señores hasta llegar a prohibir la entrada de nuestros compañeros a los terrenos, incluso para la recolección de leña.

A principio de los años 70 surgió la necesidad de organizarnos para la recuperación de nuestras tierras de las que habíamos sido despojados. Correspondió a los compañeros autoridades Evodio Luis Martínez que fungía como Juez Auxiliar de la comunidad y Julio Diego Hernández que era suplente, quienes impulsaron en un principio los tramites por medio de solicitudes agrarias, pasó el tiempo y nunca recibimos respuesta de alguna dependencia gubernamental.

A finales de la década pasaban de manera frecuente por la comunidad los que posteriormente fueron compañeros de Chapaltepec, en esas ocasiones mencionaban que ellos estaban en la organización. Por medio de ellos empezamos a conocer a compañeros como el moreno de Coaximal, el compañero Che de Crisolco, el Flaco, Raymundo, entre otros y así es como empezamos la relación con la organización y el proceso de integración a ella.

La miseria, discriminación, marginación y la violencia institucional hacía imposible resolver el cómo obtener los bienes materiales de existencia, principalmente la alimentación, decidimos integrarnos a la organización independiente en el año de 1979 y principios de los 80 como la única solución a nuestra condición de desposeídos; hasta ese tiempo entendimos que éramos peones acacillados en nuestras propias tierras.

Años después de haber conocido en teoría y práctica a la organización y no recibir atención ni respuesta gubernamental a nuestras peticiones, el 10 de abril de 1982, resolvimos recuperar la parte de nuestro ejido despojado, que para ese tiempo el cacique lo había denominado como predio “mundo raro”.

Estando organizados de manera independiente, en la vía del hecho comprendimos que éramos parte de la lucha de clases, vivida en carne propia por el despojo de nuestro único patrimonio, la tierra, lograda con el esfuerzo de muchos compañeros, regada con su sangre por recuperarla y defenderla; y, que la lucha es cruenta e irreconciliable entre opresores y oprimidos, entre explotadores y explotados.

Lo anterior se comprobó en el año de 1991 cuando llegó al pueblo un funcionario de la Procuraduría Agraria (PA) con un plano del ejido a nombre del comisariado Juan Nazario, ya finado desde hacía mucho tiempo que, junto con los anteriores, estuvieron en funciones entre los años de 1920 y posteriores de 1930.

Un grupo de nuestra población, aliado de los caciques que había acaparado parte de las tierras ejidales era integrado por: Nicolás Bautista Bernabé, Francisco Bautista Bernabé, Miguel Bautista Bernabé, Francisco García, Luis Bautista y José Ramos. En un principio asistieron y aportaron para los trámites agrarios, pero al no poder manipular al resto de la población a conveniencia de sus intereses no fueron partícipes en la organización ni recuperación de nuestras tierras.

Por un incidente, al parecer sin importancia, lo cual resultó una clara provocación, intervino toda la comunidad metiendo a la cárcel comunitaria al responsable del hecho, lo cual dio motivo a que se evidenciara un grupo contrario a la organización al intervenir a favor del malhechor. A partir de ese momento se descubrió que eran un grupo de detractores, traidores de nuestro pueblo y organización porque se reunían a espaldas de la mayoría y estaban armados.

Se pretendió el diálogo con ellos a través de quien fungía como su representante, para prevenir un problema de mayores consecuencias, a lo cual respondieron con violencia y golpearon a la comisión de autoridades de la comunidad que había acudido a llamarlos.

Ante los hechos se concentraron la mayoría de vecinos que éramos compañeros y todos fuimos amenazados de muerte, que íbamos a ser atacados y exterminados por pistoleros de Embocadero, San Gregorio, Toltepec, Papatlatla, entre otros, con quienes mantenían relación y protección de ellos.

Por estos acontecimientos el pueblo procedió a desarmarlos, el grupo, que eran unos 12, denunciaron los hechos, a su modo, ante las autoridades. En el año de 1983 el grupo detractor abandona la comunidad, no para pedir la mediación de las autoridades en la solución del conflicto suscitado, sino para pedir la intervención del ejército y pistoleros.

El 21 de abril de 1984 nos organizamos para trabajar faena, ya para ese momento sabíamos que en Yatipán estaba concentrado el ejército y, en ese día, se trasladaron a sitiar a nuestra comunidad. Nos percatamos que estábamos rodeados por ellos, nos interrogaron sobre qué estábamos haciendo, a lo que respondimos que estaba programado trabajar la faena; pretendieron intimidarnos al argumentar que nosotros no queremos trabajar porque posiblemente alguien nos había reunido, uno de los vecinos no estaba presente, era uno de los contrarios, la autoridad mandó a cuatro alguaciles a buscarlo y allí fue detenido uno de ellos.

Estábamos reunidos en la cancha de la población para tratar de evitar a que se llevaran al compañero, pero nos empujaron para pasar y llevar al compañero detenido, al mismo tiempo empezaron a disparar indiscriminadamente donde resultó asesinado el niño Benito Juárez de 11 años de edad y fueron heridos los compañeros Hilario Bautista y Juan Gonzáles.

Después de que fue asesinado el compañerito Benito Juárez tomamos ciertas medidas y salimos a refugiarnos con compañeros de otras comunidades. Fueron tiempos difíciles de represión, nuestra comunidad permaneció sitiada por el ejército y bandas paramilitares, resistimos sin comida, pero el compañero Víctor Bautista Hernández, obligado por el hambre, se indisciplinó, regresó al pueblo y allí fue ejecutado por el ejército día 22 de abril.

Después fuimos refugiados en diversas comunidades circunvecinas como Tecacalach y Crisolco, hasta allí fuimos perseguidos por el ejército, fue necesario salir a la cuidad para denunciar tales hechos.

Días antes del 21 de abril hubo concentración entre 50 elementos del ejército en el poblado de Yatipán, el día 22 se concentraron en nuestra comunidad de Techimal 5 mil efectivos.
Durante el sitio de la comunidad fue saqueada por el ejército la cooperativa comunitaria. Con amenazas obligaron a las compañeras a darles de comer pollos de su propiedad, unas familias no lo hicieron, les decían que los compañeros ya no iban a regresar, que ya los mataron a todos y fueron devorados por los zopilotes, los vigilaban para ir al pozo por agua, revisaban que no llevaran lonche a los que habían salido a refugiarse fuera.

Fueron intensas las denuncias y actividades políticas en exigencia del retiro del ejército, cese a la represión y justicia por los crímenes cometidos. Fue necesaria la presencia en nuestra comunidad de más de 500 compañeros de diversas comunidades de la región y, entre el 12 y 13 de mayo se concentraron para entregarle al comandante del ejército una notificación del gobierno federal en exigencia de su retirada, lo cual fue lograda el 14 de mayo de 1984.

Cuando el ejército vio la llegada de la masa organizada se replegó, los compañeros fueron cercados por efectivos militares apuntándoles con sus armas ya para disparar, desde la distancia preguntó el comandante el motivo de la concentración, se le responde que para buscar a los compañeros que habían sido desplazados y para atender a los heridos a lo que responde que: ellos ya estaban siendo atendidos en Pachuca; cuando realmente los dos compas heridos los teníamos refugiados y estaban bajo el cuidado de los compañeros en la comunidad de Crisolco, Yahualica, Hgo.

Fueron años de represión, persecución, incursiones del ejército y en septiembre de 1985 Rey Mateo Gonzáles muere por accidente, circunstancialmente al tratar de resguardarse del ejército.

El 11 de noviembre de 1986, en diversas emboscadas, fueron masacrados por bandas paramilitares los compañeros Julio Morales Hernández, Víctor García Hernández, Francisco Morales Domingo, Evodio Martínez Hernández, Florentino Martínez Hernández y Juan Bautista Hernández; este día salió herido de bala el compañero Venicio Hernández Hernández.

Previo a estos acontecimientos, un día antes, se supo por familiares directos que hubo concentración de paramilitares en la comunidad de Aguacatitla municipio de Yahualica, Hgo., donde planearon la masacre, en esta comunidad fue retenido un vecino de Techimal, que era panadero, quien vio tal concentración, su detención fue para que nos informara del hecho.

Posterior a la recuperación de tierras siempre mantuvimos vigilancia dentro de la comunidad, de forma más organizada después de la masacre del 84, al saber del plan de la masacre del 11 de noviembre de 1986 pusimos estricta vigilancia y nos pusimos de acuerdo de ir a trabajar en colectivo para no arriesgar la vida de mujeres y niños.

Por indisciplina el responsable, se emborrachó el día anterior a la fecha acordada para el trabajo, llegó tarde al punto de concentración, al llegar allí sin tomar en cuenta las recomendaciones se adelantó hacia el lugar de trabajo con otros tres compañeros que por ser fieles a los principios organizativos siguen al responsable, caen con él, acribillados, en una de las emboscadas de los paramilitares.

Sanguinarios hechos en las que participaron algunos del grupo de los 12 quienes salieron de la comunidad, fueron contrarios, delatores, traidores y partícipes en los hechos de la masacre donde perdieron la vida 6 compañeros. Después de los hechos sangrientos, los paramilitares se concentraron en Yatipán donde los caciques les mataron una res y se dieron el festín como premio de sus atrocidades.

Una comisión de compañeros salimos al Distrito Federal, hoy CDMX, a denunciar los hechos suscitados, estuvimos en plantón en el Zócalo donde enfrentamos varios desalojos, posteriormente nos instalamos en la plaza de la solidaridad en la que permanecimos por 5 años. También nos tocó participar, junto con nuestras compañeras, en la toma de embajadas con un hijo de cinco meses, con el propósito de denunciar a nivel internacional la situación represiva, masacres y militarización en la región de las huastecas.

A la falta de cuadros y claridad política de parte de la masa, no hubo desarrollo político en el resto de los compañeros que quedaron en la comunidad, por lo cual se cayó en la pasividad, hubo una relativa desorganización y descontrol que trajo como consecuencia un distanciamiento temporal con la organización.

Por estar unidos, integrados en la organización y actuar con combatividad fuimos capaces de enfrentar con éxito la violencia de caciques, ejército, paramilitares e instituciones gubernamentales. No fuimos consecuentes ni capaces de mantener la continuidad con la organización, nos alejamos de ella, al pasar los años el resultado de alejarnos de la organización fue negativo, perdimos respeto y se generaron las condiciones para ser de nueva cuenta pisoteados por los opresores y explotadores.

II
El retorno

El regreso de un compañero o una colectividad a nuestra organización después de haber abandonado la misma por diferentes motivos es muy grato, sobre todo, si hay crítica y autocrítica, de nuestra parte y de ellos. Lo que es lamentable, es que, quienes retornan traen consigo un saldo negativo que se cuantifica en despojo de las tierras recuperadas; son objeto de los resabios del poder caciquil local y de los tres órdenes de gobierno, que va desde, ultrajes, humillaciones, agresiones físicas que más de una ha terminado en ejecución extrajudicial.

El error como organización es no haber estado a la altura para atender el motivo de la ausencia en las actividades, reuniones, entre otros deberes que cumplen las comunidades y pueblos integrantes de la organización, al ser un indicador de que una parte de la funcionalidad orgánica presenta problemas.

De la parte que abandonan nuestras filas su responsabilidad consistió en el incumplimiento de los principios organizativos y metodológicos elementales como: acudir a informar la situación y causas del incumplimiento; ejercer la crítica; y, continuar en la coordinación como colectividad activa dentro de la organización.

Las dos formas de proceder contribuyen a la separación orgánica que culmina con la salida personal o en contingente de compañeros. La primera de ellas reside en que, el conjunto de la organización que se mantiene activo, unificado, sin embargo, no atiende el problema de la funcionalidad orgánica; la segunda estriba en que quienes, por razones no expuestas, de la forma correcta y en la instancia correspondiente, no se coordinan ni cumplen.

Este fue el caso con los compañeros de Techimal, se pierde la comunicación que lleva a la descoordinación; se entera el Estado, poder local, el advenedizo cacique y familia; el último aprovecha su cargo en la administración municipal para lanzarse arrebatar de manera violenta un predio de los compañeros en posesión permanente y pública por más de 30 años.

Presiona desde su fuero municipal, amaga desde el poder judicial, a la vez que coacciona con la policía municipal y estatal, hasta obligar a firma un documento de carácter leonino a los compañeros representantes. Consumado el arbitrario acuerdo, inicia la acción de despojo presentándose él y sus hijos en el predio; los compañeros al darse cuenta del grave error cometido determinan resistir y defender la tierra hasta las últimas consecuencias.

Los compañeros abrumados por la prepotencia del advenedizo cacique y familia, la complicidad de los dos órdenes de gobierno y el poder judicial deciden buscar a la organización. El reencuentro fue muy grato y analizada la situación acordamos retomar el camino de lucha, juntos sin importar las condiciones en que nos encontremos.

La respuesta de Nativerio Villegas Mercado fue entablar formal juicio contra los compañeros con la acusación de despojo y daños, mediante el nuevo sistema de juicio oral; la nuestra, fue la acción política de masas y defensa jurídica, las primeras actividades políticas sólo dan a conocer que Techimal, ahora como parte del FNLS no estaba dispuesta a ser objeto de despojo; y, la actitud de los juzgadores en un principio fue parcial, a favor de Nativerio.

Bajo la dirección de la organización el caso se lleva a la capital del país a instancias federales y con un abogado de la organización, cobra relevancia; se destapa que es un abuso de poder de un cacique advenedizo que pretende despojar a campesinos pobres. No obstante, la posición parcial del ministerio público ante el Juzgado Penal Acusatorio de Zacualtipán coloca a Nativerio como víctima y a los compañeros como victimarios.

La denuncia pública, algunas actividades en el distrito y fortalecer la posesión en el predio que se pretendía despojar; más el seguimiento puntual de la defensa y el desenmascaramiento del defensor de oficio, provocan un cambio en la correlación de fuerzas.

Así la fuerza de la organización en estrecha ligazón con las masas populares y su presencia política a nivel nacional, evito que se materializara la injusticia contra el campesino pobre. Con la acción política y lucha jurídica se logró la absolución de ocho compañeros mediante la validación de los testimonios de cada uno de ellos sobre la posesión del predio; resolución definitiva que anuló toda posibilidad de que el predio pase a manos de Nativerio y familia.

Mediante la organización y lucha independiente se logra hacer justicia para los hijos del pueblo; se puso fin a la pretensión alevosa de Nativerio de despojar a campesinos pobres de su único patrimonio mediante el abuso de poder como tradición caciquil; y, queda demostrado que la organización popular independiente es la alternativa para los oprimidos y explotados.

III
EL PRESENTE SE ASEMEJA AL PASADO

La historia contemporánea de nuestro país se encuentra lacrada por la sangre derramada del pueblo. El régimen burgués no cesa de oprimirnos con el poder del dinero, el autoritarismo institucional, lo mismo con la violencia ejercida con la bota y fusiles policíaco militares.

Las décadas pasan y con ellas nuevas generaciones del pueblo atestiguan los crímenes de Estado perpetrados contra las masas populares indefensas; las heridas de añejas masacres no han sanado, a ellas se suman nuevas, todas tienen en común denominador la impunidad de los perpetradores; y, tanto perpetradores como responsables de las masacres contra los explotados y oprimidos son los mismos.

Uno de los innumerables crímenes de Estado contra el pueblo es la masacre de la que fue víctima la comunidad de Techimal municipio de Tianguistenco, Hidalgo. Un crimen perpetrado en dos momentos ligados entre sí, el primero el 21 Y 22 de abril de 1984, el segundo el 11 de noviembre de 1986, en ambos, agentes del Estado ejecutaron de manera deliberada a civiles indefensos.

El 21 y 22 de abril de 1984 fueron masacrados por el ejército Benito Juárez Martínez de 11 años y Víctor Bautista Hernández de 50 años de edad, además fueron heridos los compañeros Hilario Bautista y Juan Gonzáles.

El 11 de noviembre en diversas emboscadas fueron masacrados por bandas paramilitares Víctor García Hernández, Julio Morales Hernández, Evodio Martínez Hernández, Florentino Martínez Hernández, Francisco Morales Domingo, Juan Bautista Hernández y fue herido de bala Venicio Hernández Hernández.

A casi cuatro décadas de estos crímenes, 37 y 39 años respectivamente, lo que brilla es la impunidad con la que el Estado cobija a los perpetradores y se cubre así mismo. Son tres décadas con siete años que la violencia de los opresores y explotadores enlutaron con una masacre al pueblo de Techimal, mismo tiempo en el cual el Estado no ha hecho justicia a las víctimas, a ellas las ha condenado al vacío de la indiferencia y el pantano de la impunidad, un atroz crimen es ocultado por la fuerza del responsable de tan avieso crimen.

La violencia del Estado mexicano contra el pueblo obedece a intereses económicos de la clase en el poder o a grupos económicos políticos de los explotadores. En el caso de la masacre de Techimal, obedeció a los intereses económicos de los caciques e intereses políticos del Estado mexicano.

Los opresores masacraron al pueblo de Techimal para tratar de imponer los intereses económicos de los caciques Roberto Cabrera y Salomón Villegas. Estos caciques con la aquiescencia del Estado masacraron al pueblo para meter terror, destruir a la organización del pueblo y con ello perpetuar el despojo de la tierra, para así mismo, eternizar las relaciones de explotación de las que era objeto el campesino pobre en la región, en aquel tiempo se encontraba acacillado.
El motivo del por qué el opresor masacró al pueblo de Techimal por medio del ejército y paramilitarismo responde a la política contrainsurgente y antipopular con la que se ha conducido hasta el momento el Estado mexicano.

El opresor privó de la vida arbitrariamente a los hijos de Techimal porque osaron organizarse y luchar por su libertad; gobernantes y caciques se llenaron de rabia contra el campesino pobre porque decidió recuperar lo que siempre fue suyo y se le había despojado: la tierra.

La violencia institucional de la que fue víctima Techimal y su organización no fue accidental, fue parte de la represión que el Estado mexicano aplicó en todo el territorio nacional contra los pobres del campo y la ciudad, por eso, el país se encuentra inundado de crímenes de Estado y víctimas de la violencia institucional.

A la masacre le antecedieron la ejecución extrajudicial de un menor de edad y un hombre de cincuenta años, la persecución y asedio del ejército contra la población, la labor conspirativa de traidores y colaboradores tanto de caciques como del Estado, la agresión constante de paramilitares, la ocupación militar de la comunidad, el despojo, el maltrato y el desplazamiento forzado.

¿Quién cometió todas estas atrocidades y vejaciones? El ejército mexicano, paramilitares, instituciones gubernamentales y caciques quienes hoy son empresarios.

Es así como los agentes del Estado mexicano atentaron contra un pueblo entero, contra una organización al privar de la vida a campesinos militantes de una organización independiente y en pie de lucha por la tierra, las víctimas indefensas fueron masacradas por militares y paramilitares.
Las conciencias aturdidas por la ignorancia, la apatía y la ingenuidad que provoca el dominio ideológico repetirán los dichos del gobierno demagogo: “eso ya no sucede en el presente”, “ya no es el mismo ejército” entre otras sandeces.

Lo cierto es que en la actualidad se sigue reprimiendo al pueblo, como antaño el Estado por medio del paramilitarismo y cuerpos represivos ejecuta de manera deliberada a civiles, comete ejecuciones extrajudiciales, perpetra masacres, ejecuta la desaparición forzada de personas entre otros crímenes de lesa humanidad y actos de represión.

Para muestra un botón, tan sólo en el año en curso se han registrado multitud de agravios contra el pueblo, uno de ellos son: en la noche del 22 o primera hora del 23 de julio fue torturado y ejecutado extrajudicialmente nuestro compañero Gregorio de la Cruz de la Cruz; el doce de octubre en Chiapas fue ejecutado un profesor que regresaba de la marcha; en Michoacán, fue ejecutado extrajudicialmente al profesor Jesús Toral García; la cifra de las víctimas de desaparición forzada se ha incrementado, son cientos de miles los que se encuentran en esa condición; se han presentado varias masacres perpetradas por el ejército, unas de ellas en Tamaulipas; y, nuestro compañero Higinio lleva encarcelado injustamente dos años con seis meses.

La realidad que vivimos hoy en México se asemeja al pasado reciente, puesto que, el régimen de explotación y opresión en nada se ha transformado. No existe justicia para el pueblo, el actual gobierno formó una comisión que le llamó Mecanismo de Esclarecimiento Histórico, la cual ha servido para hurgar en la memoria del pueblo con la intención de investigar a comunidades y organizaciones con el propósito de incriminarlas, su papel se ha reducido a promover el insulto gubernamental de “olvido no, perdón sí” en materia de crímenes de lesa humanidad del pasado.

La demanda de las víctimas de la violencia de Estado es justicia. Hacer caso a la propuesta gubernamental de perdonar a los asesinos, torturadores y criminales que se han ensañado contra el pueblo no es justica, es perpetuar la impunidad y avalar los crímenes cometidos contra el pueblo, en los crímenes de lesa humanidad y de Estado no aplica borrón y cuenta nueva, actuar de esa manera es asentir que los masacrados, torturados, desaparecidos y violentados por el Estado eran criminales y eso es revictimizar a las víctimas de la represión o violencia del Estado.

Evocar la historia y desempolvar la memoria no tiene sentido si de ella no sacamos enseñanzas para aplicarlas en el presente. El caso de Techimal enseña que, el responsable de la violencia de la que es víctima el pueblo es el Estado; los perpetradores el ejército mexicano, paramilitares, caciques hoy empresarios y gobernantes; las víctimas campesinos pobres organizados e indefensos y pobres de la ciudad; y, la impunidad es el manto con el que se cubre a los responsables y perpetradores.

En la actualidad, los victimarios siguen en el poder. Son ellos mismos los que continúan perpetrando crímenes contra el pueblo, son las mismas instituciones que oprimen a los pobres del campo y la ciudad, por eso, la impunidad es el manto con el que se cubre a los responsables de las masacres y otros crímenes contra el pueblo.

En el presente, el horror que vive el pueblo se manifiesta en cientos de miles de detenidos desaparecidos, de ejecutados extrajudicialmente, en miles de desplazados de manera forzada, el despojo y la militarización del país; y, las atrocidades y crímenes de las que son víctimas los pobres del campo y la ciudad se reproducen como hongos en la humedad porque provienen de la política de Estado.

Toda masacre contra el pueblo consterna, causa coraje e indigna, lo mismo sucede con todo crimen de lesa humanidad, acto de represión y barbarie contra el pueblo en el presente, nadie se digne ser humanista o estar a favor del pueblo puede ser indiferente y quedarse sin actuar para reclamar justicia.

Esa es la condición del presente que se asemeja al pasado por prevalecer la injusticia y la desigualdad que emana del régimen de explotación y opresión en el que vivimos.

Por eso, al evocar la historia y la memoria de nuestro pueblo, obtenemos como resultado que es necesario organizarnos, retomar la organización del pueblo, levantar las banderas de exigencia de justicia, unificar nuestra voluntad de lucha y avanzar en la aspiración popular de libertad.
Nuestra historia se encuentra llena de proezas de resistencia, de heroísmos populares en la lucha por nuestra libertad, hazañas de justicia popular, gestas de respeto y páginas de dignidad, no las olvidemos, retomemos sus enseñanzas y apliquémoslas al presente.

La realidad actual demanda que seamos coherentes ante la historia, tengamos actitud congruente y actuemos en consecuencia a nuestro legado, es decir, no podemos tirar al basurero nuestra memoria de lucha y resistencia, nuestro deber de hijos del pueblo, es retomar lo que nos otorgó dignidad y respeto: la organización y lucha popular.

Sí sólo recordamos nuestro pasado, desenterramos a nuestros mártires y abrimos nuestras heridas, pero no actuamos en consecuencia, lo único que hacemos es navegar en el sentimentalismo, reducimos nuestra existencia a recordar el pasado para lloriquear, de eso no se trata, se requiere evocar nuestra memoria para actuar y hacer de nuestra existencia savia que fluye para dar vida y transformación social.

El legado de la historia, la memoria de nuestra lucha y las cicatrices de opresión deben desempolvarse para recobrar fuerza y alimentar nuestro espíritu de organización y lucha que nos otorgó cierta libertad, la de no ser peones acacillados, pero resulta que eso no basta, ahora la historia demanda abrazar la lucha por el socialismo para conseguir la libertad total del pueblo, para liberarnos de la opresión y explotación en la que vivimos.

¡POR LA UNIDAD OBRERO, CAMPESINO, INDÍGENA Y POPULAR!
FRENTE NACIONAL DE LUCHA POR EL SOCIALISMO

Noviembre de 2023

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