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Tinta Socialista No. 117. Las medidas para combatir la pandemia deben ser sanitarias no militares

Viernes 10 de abril de 2020, por Ciudad de México

Ciudad de México a 10 de abril de 2020

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Las medidas gubernamentales para combatir la pandemia deben ser sanitarias más no militares. La utilización de los cuerpos policíacos y militares para confinar a la población en sus hogares, expresa la política institucional de restringir derechos y libertades políticas del pueblo trabajador con medidas autoritarias y con ello ocultar el desmantelamiento del sistema de salud con la paulatina privatización con lo cual no hay condiciones para dar una atención adecuada ante la pandemia.

Es real que existe el COVID-19, pero eso no es determinante para que el gobierno federal imponga medidas autoritarias de corte policíaco militar donde condenan a la población a mantenerse hacinadas sin derecho a salir, porque sobre el supuesto de los contagios masivos, se encubre la decisión de cercenar derechos humanos y libertades políticas. En esas condiciones, se convierte en lo que hacían los gobiernos de corte fascista para tener el control total de la población.

La implementación de medidas como el toque de queda en algunos municipios de la geografía mexicana, la utilización del grupo antimotines de la marina para desalojar a turistas de las playas, los retenes en calles y lugares poblados expresa en los hechos la militarización en el país, donde los elementos policíacos y militares son la punta de lanza para someter a las masas trabajadoras ahora con el ardid de cuidar la salud.

Los cuerpos policíacos y militares se revelan en su exacta dimensión, ahí está lo perverso, a la población le piden que esté en su casa y que se cuide solo, pero, a los cuerpos policíacos y militares, por qué no los licencian, la militarización es a tal grado que parece que quienes visten la casaca militar son seres infrahumanos que no se infectan. En esas condiciones todos deberían estar confinados.

Mientras los elementos policíacos, militares y marinos realizan labores de desalojo o retenes, la violencia institucional sigue su curso, se expresa en el asesinato de la periodista María Elena en Papantla, Veracruz; el asesinato defensor de los derechos humanos Adán Vez Lira; el asesinato del ambientalista y asesor legal Isaac Medardo Herrera Avilés en Jiutepec, Morelos; así como las constantes agresiones y hostigamiento policíaco contra organizaciones populares e independientes. Crímenes de Estado que lejos de erradicarse incrementan en plena contingencia.

Confinar a la población en sus domicilios pareciera a simple vista una medida preventiva, no obstante, lo que no se quiere reconocer públicamente, desde el gobierno federal, es la incapacidad del sistema de salud para atender los casos de infección, el sistema de salud en México está colapsado y en crisis producto de la privatización de este derecho indispensable para el ser humano.

La pandemia que aqueja a la población en el mundo y en nuestro país deja al descubierto el desmantelamiento del sistema de salud pública y su privatización de manera velada con la implementación de reformas neoliberales que convierten este derecho humano en una mercancía más, donde las farmacéuticas lucran con la vida del pueblo, en sí el sector privado no tiene la capacidad para abastecer esta demanda.

Hay incapacidad del sistema de salud público para garantizar vida digna al pueblo, al tiempo que refleja la precariedad de los trabajadores de esta rama, quienes sobreviven con salarios de hambre, no tienen el material para efectuar su trabajo con seguridad, es deficiente la atención médica para los derechohabientes producto de las modificaciones que implementaron los panistas o priistas que negaron el derecho a la salud del pueblo.

El confinamiento establecido es cuasi forzado por la forma cómo lo difunden los medios de comunicación que tienen el control de éste, desde estos espacios promueven el miedo colectivo que genera compras de pánico y desesperanza. Mientras unos se resguardan, otros deben continuar con sus jornadas laborales producto de las condiciones de pobreza y miseria en la que viven, quienes por esas condiciones no pueden dejar de trabajar, de lo contrario su subsistencia estaría en peligro.

Los que se resguardan asustados y difunden el miedo colectivo son los políticos de oficio, hombres y mujeres que viven de las arcas públicas, aquellos que laboran en la farándula, son los que temerosos están en cuarentena mientras las fuerzas proletarias siguen en sus actividades laborales porque en sus condiciones no tendrían ni para alimentar a su propia familia.

Un hecho es real, en los lugares donde hay mayor pobreza y miseria, enfermedades como el sarampión o como el COV-2 son una verdadera amenaza, pero el confinamiento no es la solución, se les debe garantizar medidas preventivas de salud que incluye mejoras en la alimentación, vivienda y tratamientos.

Los pobres van a caer como moscas, pues es la población más endeble por las condiciones precarias de su existencia. Resulta absurdo decirles a las masas trabajadoras que guarden confinamiento mientras su demanda de alimentación no está resuelta, es irracional promover que guarden “sana distancia” cuando viven hacinados en habitaciones de seis por seis más de cinco personas.

Los empresarios son hipócritas, lo único que les interesa es resguardar sus tasas de ganancia, lo último que les preocupa es la salud de sus trabajadores, a éstos los explotan de diversas maneras, en algunos lugares les “respetan la cuarentena”, pero los ponen a cuidar las mercancías para que cubran las funciones de policías, esa es la perversidad del empresario.

En esas medidas, producto de la pandemia, obligan a que las pequeñas y medianas empresas a que paren su producción, no obstante, los monopolios no paran, sin importarles si los obreros se contagian, lo único que les mueve es garantizar sus mezquinos intereses. Mientras unos se preocupan por alimentar a sus familias, la vida de la burocracia y la farándula transcurre en puras trivialidades, aspectos que denotan la enorme desigualdad social que existe en una sociedad capitalista.

Debemos repudiar las medidas de aislamiento y distanciamiento social. Si el hambre le pega al pueblo, hay que ir por los alimentos ahí donde existan. De qué manera vamos asumir este período si hay familias que dependen de lo que sacan al día, no están en condiciones de realizar una cuarentena porque ni siquiera tienen un trabajo estable, mucho menos seguro social que les garantice la existencia familiar.

El gobierno mexicano debe garantizar las condiciones necesarias para enfrentar la pandemia, si obliga al pueblo al confinamiento debe garantizar la alimentación y lo necesario para sobrevivir ese período crítico; lo cuestionables es que utilice a la fuerza pública para imponer esas medidas que a la distancia son las aplicadas en otros países para imponer un estado de sitio.

Frente Nacional de Lucha por el Socialismo
FNLS

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