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A 48 años de la masacre del 10 de junio, crimen de Estado que continúa en la impunidad

Lunes 10 de junio de 2019, por Puebla

Puebla de Zaragoza a 10 de junio de 2019

A las organizaciones populares e independientes
A los organismos defensores de los derechos humanos
Al pueblo en general

El artero ataque paramilitar de junio 10 de 1971 es un crimen de Estado perpetrado por el ejército mexicano contra una inerme manifestación del movimiento estudiantil que en su mayoría pertenecían al Instituto Politécnico Nacional (IPN).

Crimen que tiene sus antecedentes, tres años atrás por la masacre del 2 de octubre contra este mismo sector cuando las fuerzas castrenses del Estado mexicano con premeditación y ventaja consuman la masacre estudiantil popular, portando uniformes y armamento de guerra sin miramiento alguno.

Si el 68 fue la revelación indeleble a nivel nacional e internacional del carácter represivo y antipopular del Estado con el ejército federal como su principal aparato ejecutor de la represión en contra del pueblo y de forma específica hacia el movimiento estudiantil, el llamado jueves de corpus christi fue la sangrienta ratificación de la esencia criminal de ambos entes de la burguesía.

El ejército federal y el Estado por convicción de clase definen al estudiantado, principalmente de nivel medio y superior de las instituciones de educación pública, como un potencial enemigo, por lo cual no le ha “temblado la mano” a las distintas administraciones en turno para utilizar todos los medios y recursos para perseguir, encarcelar, torturar, tomar instituciones de educación pública, ejecutar de forma selectiva, masacrar y desaparecer de manera forzada a estudiantes en las diferentes regiones del país.

El 10 de junio fue el cruel y descarado cerrojo represivo a la persistencia de la lucha estudiantil popular que se remonta a principio de la década del 60. Golpe institucional que hundió a la mayoría del movimiento estudiantil, consecuente y combativo en todo el territorio nacional en profundo reflujo, división y dispersión, del cual no se ha podido recuperar 50 años después, salvo contadas y efímeras excepciones: UNAM, UMSNH, Escuelas normales rurales FECSM, UAM, BUAP, UABJO, IPN, como las principales.

Un nocivo elemento que se conjugó con la ofensiva represiva fue el diversionismo ideológico, impulsado desde el imperialismo y el Estado mexicano, que contribuyó a la desmovilización y mediatización del movimiento estudiantil; se convirtió así en campo fértil para la cooptación y división personal y colectiva dentro del sector.
El movimiento fue perdiendo ideológicamente su carácter popular e identidad de clase al cambiar la forma de lucha popular independiente por la forma burguesa de hacer política; se redujo la consecuente y combativa lucha estudiantil con la búsqueda de puestos formales de representación estudiantil dentro de la estructura burocrática, desproporcionada, autoritaria y corrupta de las instituciones (consejos académicos) que en los hechos es legitimar a una férula del Estado al interior de las escuelas públicas de educación media y superior.

A la postre se convirtió en el medio idóneo para la reproducción de corrientes oportunistas, reaccionarias y antimarxistas que a la vez funcionan de manera abierta u oculta, como aliados de Rectoría y del Estado mexicano, con el perverso compromiso de promover y hacer apología al interior de las escuelas y fuera del universo estudiantil que la única alternativa para transformar de raíz la sociedad es la lucha electoral.

Pseudo-líderes venales y flamantes funcionarios que obtienen semejante trofeo por su labor conservadora, al saltar olímpicamente a la parasitaria burocracia y la élite académica –maestrías, doctorados, posgrados…– hasta ser personeros de la lucha electoral parlamentaria (servidores públicos) y los casos más aberrantes es funcionar como asesores y operadores del aparato represivo de la Rectoría, dirección y del Estado.

Por ello afirmamos, que el 10 es junio es el cruento cerrojo a una etapa de auge del movimiento estudiantil en su intento por resurgir, a la vez muestra de forma clara la política gubernamental para tratar al sector estudiantil y sus legítimas demandas, con la represión en sus distintas modalidades; por consiguiente, cualquier brote de protesta estudiantil que se despliega al interior de las escuelas, como primera línea de represión de la Rectoría se encuentran los porros en su diferentes presentaciones y el equipo de “seguridad”; enseguida, el aparato de inteligencia del Estado; finalmente el aparato policíaco militar disfrazados de civil o con uniforme, para refresca al explosivo estudiantado cómo está permitido inconformarse y organizarse.

El movimiento estudiantil con una correlación de fuerzas desfavorable enfrenta el avasallamiento de la privatización de la educación pública que abarca todos sus ámbitos, como la exclusión masiva de sectores populares en los niveles de educación media y superior; la modificación arbitraria de planes de estudio; la cancelación del acceso gratuito a disciplinas académicas optativas, culturales y deportivas; el avance de las restricciones del derecho a organizarse del estudiante; el ascenso de las medidas de control policiaco hacia estudiantes, profesores y trabajadores sindicalizados; materialización del terrorismo de Estado y fomento de la descomposición social en el campus.

Pese a ello, la llama de la lucha estudiantil continúa principalmente en los centros de estudio y en las regiones geográficas, Michoacán, Guerrero, Valle de México, con tradición de lucha consecuente y combativa. Lamentablemente, la generalidad se encuentran mediatizados, corporativizados; y donde hay organización estudiantil, hegemonizados por las formas burguesas de lucha siendo el protagonista y beneficiario principal el reformismo-oportunismo, por ejemplo #Yo soy 132.

La tarea como sector estudiantil es buscar la coordinación con el movimiento popular, las clases obrero y campesino; retomar sus demandas económicas esenciales y reivindicaciones históricas-políticas; desarrollar con consecuencia y combatividad la lucha; tener claro que la demanda por una educación gratuita, científica y popular no es exclusiva del sector, sino de todo el pueblo.
Nuestro pueblo y en particular el sector estudiantil, debe tener presente siempre el papel histórico que ha jugado en los procesos de liberación y transformación revolucionaria de los pueblos en diferentes latitudes del mundo: Hacer de cada centro de estudios una tribuna de denuncia popular y un aliado incondicional de las luchas populares.

A 48 años del denominado halconazo, los perpetradores materiales e intelectuales no han sido castigados, inclusive algunos personajes han sido absueltos por la justicia burguesa, por desempeñar un papel contrainsurgente en la historia de nuestro país. No ha existido justicia para las víctimas, sus familiares y el pueblo mexicano, porque crímenes tan atroces como estos, son deudas históricas que el Estado y sus cuerpos represivos tendrán pendientes.

Las ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias, tortura las desapariciones forzadas, son parte de los crímenes que continúan implementándose en nuestro país como parte del terrorismo de Estado y la dilación se ha vuelto política transexenal, como el caso de Gabriel Alberto Cruz Sánchez, Edmundo Reyes Amaya, Fidencio Gómez Sántiz, Virginia y Daniela Ortiz, Lauro Juárez, Teodulfo Torres Soriano, los 43 normalistas de Ayotzinapa y las más de 350 mil víctimas directas, así como más de un millón de víctimas indirectas de la violencia de Estado, que el propio Andrés Manuel López Obrador ha afirmado que existen.

Al sector estudiantil, nos dirigimos en esta fecha, como un recordatorio de la necesidad de organizarse en contra de la privatización de la educación pública y por las demandas más sentidas de nuestro pueblo, entre ellas el alto al terrorismo de Estado en todas sus expresiones, en particular a los crímenes de lesa humanidad, por las graves violaciones a los derechos constitucionales y humanos.

¡10 de junio no se olvida, es de lucha combativa!
¡Alto al terrorismo de Estado!
¡Alto a los crímenes en contra del pueblo!

¡Por la unidad obrero, campesino, indígena y popular!
Frente Nacional de Lucha por el Socialismo
FNLS

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