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Análisis. Sobre el intervencionismo estadounidense en México
Viernes 21 de febrero de 2025, por
En días recientes la administración estadounidense encabezada por Donald Trump designó a seis carteles del narcotráfico como grupos "terroristas" y ha vertido declaraciones sobre una posible intervención en suelo mexicano. Como respuesta a ello, la presidente Claudia Sheinbaum Pardo envió al Congreso de la Unión una iniciativa de reforma a los artículos 19 y 40 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos para “defender” la soberanía nacional e imponer penas más severas a los agentes extranjeros que operen sin autorización del gobierno mexicano.
Para entender dimensionar correctamente los acontecimientos y saber que postura debemos asumir los proletarios del campo y la ciudad, es necesario analizar de qué forma el imperialismo norteamericano ha intervenido en nuestro país.
En primer lugar, nuestro país es dependiente económicamente respecto a los Estados Unidos, condición que fue institucionalizada por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y tiene continuidad con el Tratado Estados Unidos-México-Canadá (T-MEC), colocándonos dentro de la división internacional de trabajo, como proveedores de materias primas y fuerza de trabajo barata. Al no contar con independencia económica, se nos niega nuestra independencia política, de aquí que, hasta la fecha, cada gobierno en turno adopta una postura de subordinación y entreguismo, permitiendo el intervencionismo e injerencia estadounidense.
La presente administración encabezada por Claudia Sheinbaum Pardo no es la excepción, solamente bastó la amenaza de imponer aranceles para militarizar la frontera norte de nuestro país y convertirnos en parte de la U.S. Border Patrol, desistir en la intensión de prohibir la siembra de maíz transgénico en México y el tácito compromiso de proteger los intereses del vecino del norte de la “amenaza” que representa la República Popular China. En otras palabras, el discurso nacionalista y chovinista utilizado por la presente administración morenista no es otra cosa que palabrería para mantener el engaño hacia el pueblo mexicano.
La iniciativa de reforma al artículo 40 reza “El pueblo de México, bajo ninguna circunstancia, aceptará intervenciones, intromisiones o cualquier otro acto desde el extranjero que sea lesivo de la integridad, independencia y soberanía de la Nación…”, bueno, el pueblo es una cosa, pero el gobierno mexicano es otra. Basta con recordar la actitud entreguista del ex presidente Antonio López de Santa Ana ante la invasión estadounidense, pues a pesar del heroísmo y entrega del pueblo mexicano para combatir a los invasores, el entonces presidente de la república permitió la ocupación de más de la mitad de nuestro territorio.
Tanto gobiernos y la burguesía nacional han pedido el respaldo de los Estados Unidos para afianzarse y mantenerse en el poder, tal y como fue el caso de Benito Juárez, quien por medio del Tratado McLane-Ocampo que concedía a los Estados Unidos derecho de tránsito a perpetuidad por el istmo de Tehuantepec a condición del reconocimiento de su gobierno durante la Guerra de Reforma.
Esta relación de histórica dependencia ha permitido al imperialismo norteamericano poder intervenir en la vida interna de México, como lo fue la operación LITEMPO, de la cual los ex presidentes Gustavo Díaz Ordáz y Luis Echeverría Alvarez fueron empleados a sueldo de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para ejercer labores de contrainsurgencia contra el movimiento estudiantil-popular de 1968 y, más tarde, a través de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), ejecutar la represión contra las organizaciones armadas revolucionarias.
Los Estados Unidos a través de su brazo ejecutor, la CIA, tiene un amplio historial de injerencismo en México, cuya finalidad es la contrainsurgencia, papel que desempeña el “narcotráfico” y el “crimen organizado”, cuya génesis se ubica en las oficinas de la CIA, el FBI y la DEA, mientras que la cadena de complicidad abarca a ex presidentes, funcionarios gubernamentales y políticos de oficio de toda laya y filiación partidista. En otras palabras, el fenómeno del “narcotráfico” y la “delincuencia organizada” existen gracias a la injerencia norteamericana y se mantiene vivo desde las estructuras militares del Estado Mexicano.
Por ello es que la designación de los cárteles como grupos “terroristas” es un pretexto para fortalecer el dominio imperialista sobre nuestro país, donde el principal interés es el saqueo de los recursos naturales estratégicos para mantener viva su industria y hacer posible el desarrollo de un nuevo ciclo de capital para hacer frente a la severa crisis que enfrenta el imperialismo.
Bajo el discurso de combatir el terrorismo, es posible y latente una intervención militar en México, situación que es convalidada por la administración de Claudia Sheinbaum en medida que permitió la entrada de elementos de las Fuerzas Especiales Estadounidenses a suelo mexicano para “adiestrar” a los elementos de la Secretaría de Marina, así como, el reconocimiento de la mandataria federal sobre los vuelos de espionaje de la CIA y de presencia de buques en las costas mexicanas. Ante el cuestionamiento popular, la presidente de la república justifica la presencia extranjera argumentando que se trata de un trabajo de “colaboración” entre Estados Unidos y nuestro país (peor, que ha sido el gobierno mexicano quien ha solicitado tales ofensas a la soberanía nacional).
Tenemos entonces que la reforma propuesta por Claudia Sheinbaum Pardo es simulación, no deja de ser un asunto declarativo que Donald Trump bien puede pasárselo por el arco del triunfo.
La presumida cooperación no es otra cosa que sumisión al imperialismo y, por si fuera poco, los sectores más conservadores y reaccionarios agrupados en el Congreso de la Unión bajo las siglas del PAN, aplauden las decisiones de Donald Trump y prácticamente piden a gritos una intervención extranjera en suelo mexicano. Esto nos indica que ningún político de oficio (con sus honrosas excepciones) vela por los intereses nacionales, mucho menos por los del pueblo.
Frente a las amenazas del imperialismo y la sumisión del Estado Mexicano, es necesario cerrar filas, pero no bajo el discurso conciliador y entreguista de la presente administración y la reacción; el pueblo mexicano debe asumir una posición antiimperialista activa, la cual se encuentra bajo las banderas de la lucha por el socialismo en México.
Recordemos que “La soberanía nacional reside en el pueblo, en los obreros, campesinos, estudiantes, maestros y demás sectores populares que conformamos el proletariado del campo y la ciudad… Que en todas las calles se escuche las consignas: ¡NO QUEREMOS Y NO NOS DA LA GANA, SER UNA COLONIA, NORTEAMERICANA!, ¡SI QUEREMOS, Y SI NOS DA LA GANA, SER UNA PATRIA LIBRE, LIBRE Y SOBERANA!
Atentamente:
¡Por la Unidad Obrera, Campesina, Indígena y Popular!
Frente Nacional de Lucha por el Socialismo
FNLS