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Escribiré lo siguiente debido a que siento que tengo el deber de hacerlo

Viernes 10 de febrero de 2017, por Michoacán

Escribiré lo siguiente debido a que siento que tengo el deber de hacerlo

Hoy, con mis numerosas limitaciones y defectos, pero también con mi ímpetu y mis habilidades, milito en el FNLS, lo cual es un verdadero orgullo para mí, mas, principalmente, un compromiso importante con el que he de cumplir.

Hace dos años, yo era miembro de una organización de la que me he distanciado por distintos motivos; estos motivos, no obstante, no me impiden notar que eran justas las demandas que aquélla defendía a inicios de febrero de 2015, cuando más de veinte jóvenes fuimos víctima de un repugnante crimen de Estado. La demanda principal era que nos reconocieran el derecho a impartir cursos gratuitos en Ciudad Universitaria, cursos que, muchos entendimos, tenían un objetivo mayoritariamente político (pero justo): crear consciencia colectiva.

Cierto es que la madrugada en que se acometió contra nosotros, el ocho de febrero de 2015, todos fuimos, en cierta medida, valientes; quisiera hoy resaltar la valentía de ocho de nosotros (entre los cuales se encuentran individuos con quienes he mantenido amistad; p. ej. Magali Sanchez, Juan Carlos Serrano, Choco Pasiflora, MyName IsTalamasca, Fidel Sánchez y Gibrán Ramos), cuatro jóvenes y cuatro muchachitas, quienes tuvieron el infortunio de ser escogidos por nuestros agresores para ser temporalmente detenidos-desaparecidos y torturados física y psicológicamente hasta dañar sobremanera varios de sus tejidos (externos e internos).

En el momento en que sucedió la desaparición forzada, se encontraban siete patrullas de la policía alrededor del Zócalo, sitio en el cual nos encontrábamos acampando; estas siete patrullas fueron ocupadas por policías cuyo único fin era el de asegurar que su operación (torturarnos y desaparecer a ocho de nosotros) fuera exitosa.

Los ocho jóvenes a los que he referido fueron subidos a una camioneta, donde fueron despojados de sus ropas, amenazados de ser víctimas de delitos sexuales, y, en algunos casos, siendo víctimas de tal tipo de delitos; fueron heridos con desarmadores, picahielos en algunos casos, pisoteados durante varias horas. Más tarde, se les bajó de tal camioneta con las extremidades atadas, se les amenazó con darles un balazo y se les arrojó en la carretera.

Cuando los ocho jóvenes pudieron desatarse, éstos se ayudaron a caminar hasta donde pudieran encontrar ayuda; en el camino, se encontraron con un funcionario de gobierno con el que habían tenido diálogo, mismo que se mofó de su estado.
Los muchachos encontraron, afortunadamente, el apoyo necesario tras algunas horas de caminar, y poco después se encontraban en el parque “El Paseo Bravo”, de la Ciudad de Puebla, donde denunciaron lo sucedido.

Los muchachos necesitaban atención médica, y la rectoría de la universidad estaba indispuesta a que se les atendiera en el Hospital Universitario. Gracias a la presión política que se ejerció y a algunas medidas improvisadas pero audaces de gente solidaria, los muchachos pudieron recibir la tan necesaria atención médica.
Dos muchachitas menores de edad, que se encontraban entre los ocho antes referidos, casi mueren por los daños en los tejidos internos que recibieron; dos de ellas tienen daños físicos permanentes; un muchacho tuvo problemas de visión por muchas semanas; todos, sin embargo, estábamos regocijantes de que estuvieran con vida y con nosotros ya tales muchachos.

Lo que a mí me hicieron fue nada comparado con lo anterior: cierto es que me golpearon con varillas metálicas en la cabeza, en los brazos y espalda, que me golpearon también con una silla, que más tarde me amenazaron con darme un balazo, me golpearon el rostro, los costados y la espalda nuevamente; cierto es que también me amenazaron con que se cometiera en mi contra un delito de carácter sexual, mas, reitero, lo que me sucedió, parece, fue nada comparado con lo que aquellos ocho sufrieron aquella madrugada.

¡Castigo y juicio a los responsables del desalojo violento y desaparición forzada del ocho de febrero! ¡Alto al terrorismo de Estado!

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