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El desalojo violento y desplazamiento forzado en Chiapas es el rostro represivo que distingue a la actual administración morenista

Martes 28 de enero de 2020, por Ciudad de México

Ciudad de México a 28 de enero de 2020

A la opinión pública

Los actos represivos de los que fueron objeto nuestros compañeros de la colonia popular Ricardo Flores Magón en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, expresan la faceta criminal de un gobierno que se ampara en los preceptos de “transformación y cambio”, pero en los hechos es observable la defensa de los intereses de una minoría empresarial, cuya esencia distingue el carácter de su política de gobierno.

El silencio cómplice de la administración federal contradice sobremanera el discurso benevolente que intenta difundir día con día, es inadmisible un clima de respeto a los derechos humanos cuando en la entidad chiapaneca son vulnerados de forma permanente.

Catalogar de invasores al pueblo que demanda un pedazo de tierra para vivir y trabajar indica que el sistema de conceptos en los cuales se basa el gobierno estatal y federal es diametralmente opuesto a lo difundido cada mañana. Quien desea acaparar cada vez más tierra para usufructuarla de manera mezquina son los empresarios quienes tienen su pasado reciente anclado a una historia de crímenes para amasar sus actuales negocios.

La ley a la que se amparan los funcionarios para ejercer la represión es aquella que identifica a la necesidad de vivienda, trabajo, salud u otro derecho como un acto delictivo. Ninguna persona del pueblo busca acaparar tierra por simple gusto, cada espacio de tierra que es ocupado para vivir o trabajar tiene estricta relación con necesidades conculcadas sistemáticamente, pero los gobiernos en turno sólo conocen la norma del tolete, de gas y a cárcel para quienes demandan la solución de sus necesidades más sentidas.

Resulta demagógica la insistencia de la distinción entre esta administración y las anteriores, sobre todo en referencia de que ya no se va a ejercer la represión, sin embargo, la realidad contrasta de forma diametral y son los gobiernos que comparten filas partidistas con el ejecutivo federal quienes son aún más obcecados en cometer actos que vulneran los derechos humanos de las masas trabajadoras.

El respeto a la autonomía como entidades federativas es el discurso recurrente, empero, sólo hay autonomía cuando las masas trabajadoras exigen al gobierno federal la intervención en la solución de las demandas estancadas en los estados, porque en cada acto de desalojo y represión actúan en total coordinación corporaciones policíacas estatales y federales, ahí no hay autonomía que valga, todos van como un solo hombre para satisfacer la voracidad del amo empresarial.

Es un absurdo que en el discurso gubernamental empiecen a aflorar nuevas categorizaciones para referirse a un acto represivo. A la represión no se puede maquillar, no hay ningún aforismo que pueda atenuar un golpe, sea con el puño, el tolete, el escudo, el gas… todos estos actos constituyen el elemento coercitivo de los cuerpos represivos, es su naturaleza, de tal manera que de ellos no vendrán buenos tratos.

No existe forma de matizar una realidad que lacera a millones de hogares, la violencia institucional manifiesta signos de desbordamiento cada vez más agudos, ante ello es imposible voltear la mirada y fingir que no pasa nada. Cientos de desplazados, reprimidos, nuevos presos políticos en las cárceles… ¿de quién es esa orden de continuar con el cometido de estos flagelos?

Es tiempo de que el gobierno federal aquilate que no toda crítica es con el afán de cuestionar absurdamente los resultados de su gobierno, hay hechos puntuales de represión que exigen una opinión desde la institucionalidad a partir del crisol de sus conceptos postmodernistas.

La violencia contra el conjunto del movimiento popular está en franca ofensiva. Los corifeos oportunistas empiezan a cerrar la pinza de la calumnia para allanar el camino del cometido de crímenes más deleznables. Ante ello justo es ejercer el derecho de la movilización, la crítica y combatividad en la acción política de masas.

Combativamente
Frente Nacional de Lucha por el Socialismo
FNLS

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