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Tinta Socialista No. 105. México reafirma su condición dependiente y funcional con las adecuaciones al tratado imperialista

Miércoles 18 de diciembre de 2019, por Ciudad de México

Ciudad de México a 18 de diciembre de 2019

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Las adecuaciones hechas al Tratado comercial imperialista reafirman la condición dependiente y funcional de nuestro país respecto al capital monopolista transnacional, es el signo distintivo de la necesidad de paliar los estragos de la crisis económica por medio de ajustes en la relación bilateral de los países imperialistas con los dependientes.

La promesa de eliminar al neoliberalismo como política económica dictada desde el imperialismo, dista mucho de ser una realidad con los ajustes realizados al T-MEC en esta administración, esto indica que arrancar la base económica material que genera iniquidad social no proviene de buenos deseos voluntariosos.

El injerencismo norteamericano está consagrado en la existencia de un equipo de funcionarios que estarán en nuestro país para vigilar que sean cumplidos los compromisos signados en el tratado. Ello implica un grado tremendo de injerencia del imperialismo en la vida política del país, independientemente del grado de influencia, el hecho es contundente, funcionalidad al imperialismo.

El vaivén de la crisis es un hecho irrefutable, cada sexenio expresa las particularidades de las exigencias de las empresas transnacionales, por tal razón, los pormenores acordados en la administración de Enrique Peña Nieto, de tal manera al arribo del final de la segunda década del siglo XXI eran preciso nuevos ajustes.

La aparente disonancia con las cámaras empresariales señala que el jaloneo por asegurar la “prosperidad” de los negocios nacionales y extranjeros es una contradicción no antagónica entre los dueños del capital, ellos logran ponerse de acuerdo en tanto sus intereses son garantizados, sin embargo, el costo real de las medidas anticrisis pasará a las espaldas del pueblo trabajador.

No es casual que precisamente ahora las autoridades de los gobiernos norteamericano, canadiense y mexicano se muestren preocupados por arribar a puntos de convergencia en torno a las relaciones comerciales, los efectos del nulo crecimiento de la economía son palpables y ante ello es preciso remozar los acuerdos comerciales a fin de asegurar las tasas de plusvalor para el capital transnacional.

La promesa de elevar el nivel de bienestar social en el pueblo es un asunto que sigue pendiente, no sólo se trata de incentivar incrementos en el salario mínimo para elevar el poder de compra del salario, sino de que en todo el mundo se resienten los efectos de una prolongada y profunda crisis económica.

El 2019 cierra con un estancamiento en el crecimiento económico, el optimismo gubernamental asegura que para el siguiente año el escenario será diferente, no obstante, tales predicciones no siempre toman en cuenta la contradicción cada vez más aguda entre los países dominantes sobre los dominados, lo que explica que lejos de una parsimonia económica se viven tiempos muy convulsos.

El aumento del salario mínimo es una acción que se aparejó a los ajustes realizados al T-MEC, hecho que busca paliar los estragos de la crisis en el pueblo y a la vez elevar la capacidad de compra del salario para poder cerrar el ciclo de realización de las mercancías.

Esta maniobra gubernamental pareciera un gesto positivo en la vida política del país, empero, la situación a considerar en todo análisis es, sobre qué premisas se finca ese aumento, en este caso es a partir de reforzar los mecanismos de expoliación imperialista a través de nuevos acuerdos comerciales lo que lleva implícito que la ganancia mayor es para los dueños del capital.

El salario no es más que el precio de la fuerza de trabajo, es tales condiciones aquel debe garantizar lo mínimo necesario para la reproducción de la mercancía-hombre. El incremento de 20 puntos porcentuales del salario no resuelve esta premisa económica propia de la producción de mercancías en el capitalismo, de tal manera que adquiere una condición de una medida mediatizadora.

El incremento salarial es una demanda histórica de las masas trabajadoras, por ello es posible observar algo de positivo en el recién aumento al salario, sin embargo, la medida para asegurar los beneficios de manera absolutista es si eso modificará en verdad la calidad de vida de los trabajadores o es un ajuste en la relación de producción, fuerza de trabajo y empresa donde la mayor tajada será para los empresarios.

El pueblo necesita una mejor calidad de vida, ésta es una verdad irrefutable, empero, lo que hoy vive la vida política y económica de los países dependientes a los monopolios es una serie de ajustes comerciales para asegurar las tasas de ganancia a las empresas extranjeras. Nada halagüeño puede venir de las cámaras empresariales y del capital monopolista transnacional.

El poder del capital privado sigue incólume a pesar del cambio en las siglas partidistas del poder político, esto es fácil de comprobar, en tanto que los grandes proyectos que tiene en mente el gobierno federal de llevar a cabo en su administración están programados para ejecutarse a través de la iniciativa privada, lo que implica de facto una posición de clase.

No puede existir oposición ciega al desarrollo de las fuerzas productivas, ello implica un retroceso en la rueda de la historia, pero en tal circunstancia, tampoco es posible asegurar que el beneficio es total y ampliamente para el pueblo, porque la mejor tajada será para los hombres de negocios que se amparan a la sombra del poder político.

El neoliberalismo no sólo implica corrupción, constituye toda una gama de políticas públicas que coloca en primer orden el interés de empresarios voraces, por ello no es posible hablar del final de la política neoliberal cuando el capital privado incrementa sus arcas a través del amparo del poder gubernamental.

El gobierno federal se congratula del incremento del salario mínimo mediante un acuerdo entre empresarios, trabajadores y las instituciones, sin embargo, lo único que devela este hecho es el amasiato, en un intento de superar la crisis y adaptar la economía mexicana a los nuevos designios del imperialismo norteamericano.

Un año está por terminar y a la vez es el primero de una administración cuya presentación en la política es singular. A la distancia ya es posible hablar de los resultados de su programa de gobierno. Aún quedan pendientes sin cumplir, en materia económica sigue en pie el poder de los monopolios, ante ello, resulta difícil esperar una estabilidad duradera si el escenario mundial es de crisis.

Frente Nacional de Lucha por el Socialismo
FNLS

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