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Tinta Socialista No 72. ¿A qué intereses sirven los elementos policíacos?

Lunes 25 de marzo de 2019, por Ciudad de México

Ciudad de México a 25 de marzo de 2019

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Los elementos policíacos son sujetos que sirven a los intereses del gobierno mexicano, forman el cuerpo represivo que protege la voluntad de los grupos de poder económico en el país. Los preparan para enfrentar a sus hermanos de clase sin importar sexo, edad o sector al que pertenecen, como individuos pueden manifestar diferentes deseos personales, pero en su conjunto defienden los designios de empresarios y oligarcas.

Es pueblo desclasado que ve como única manera de “superación” incorporarse a las corporaciones policíacas, por unas cuantas monedas olvidan su condición de clase o no les importa con tal de asegurar el “pan”. No es desconocido que para evitar cualquier remordimiento son desarraigados de sus lugares de origen, llevados a otras regiones donde puedan ejercer la represión sin ningún pudor.

Aluden defender al “ciudadano”, pero en los hechos expresan odio, soberbia, se sienten con superioridad por el simple hecho de tener una placa, macana, uniforme y unidad. El reclutamiento de muchos de ellos es en los arrabales, en los cinturones de miseria de las grandes ciudades expresa el sector del que provienen, pero este origen no determina su proceder porque son sometidos a un proceso de desclasamiento para fungir como los cancerberos del poder del capital.

¿Con cuánta facilidad arremeten contra el pueblo? ¿Con qué cinismo arguyen que únicamente hacen su trabajo? No es posible generalizar, espetan algunos analistas o desde sus mismas instituciones, sin embargo, las excepciones son mínimas, máxime cuando la generalidad supedita a la particularidad y por mucha buena voluntad que tenga un elemento aislado pronto se ve envuelto en una maraña de corrupción, despotismo e indolencia que promueve el régimen.

La actitud que asumen con el pueblo organizado es de bravuconería, como sujetos enajenados despotrican contra sus “inferiores” lo que no pueden decir a sus superiores, por ello son la expresión de la voluntad de todo el andamiaje represivo.
Aunque algunos sean el último eslabón de la cadena de mando, se sienten airosos portar cualquier insignia, no importa que para “servir” sean sometidos a tratos denigrantes por lo que su momento de catarsis es con las masas inermes.

La política represiva del gobierno mexicano a través de sus cuerpos policíacos tiene su objetivación en la serie de vituperios que los elementos uniformados regurgitan ante las manifestaciones, la labor de denuncia y las acciones políticas de masas. En su lógica el “delincuente”, “vándalo”, “escandaloso” es el que protesta, el que exige en la vía de los hechos sus derechos y libertades políticas.

La actual administración señala que se van a respetar los derechos humanos de los ciudadanos, así como la libertad de expresión, en varias ocasiones han manifestado que no se va a detener o perseguir a nadie por sus ideas o forma de pensar, no obstante, en los hechos se impide el ejercicio de este derecho, en todo caso, es preciso dilucidar en qué estructura de todo el andamiaje represivo no queda clara la política del nuevo gobierno.

Desde el ejecutivo federal se menciona el respeto a derechos del pueblo, pero cuando éste se manifiesta políticamente, la actitud de funcionarios autoridades y elementos policíacos es distinta, expresa la contradicción que existe en las instituciones y puestos gubernamentales o en su defecto el desacato de alguna autoridad policíaca. ¿O es que una cosa va a ser el discurso y otra la realidad?

La semana pasada una comisión de compañeras realizó una actividad de difusión política a través de una mesa de información en la estación Constitución de 1917 del Sistema de Transporte Colectivo Metro (STCM) de la Ciudad de México, el objetivo fue denunciar el hostigamiento, el intento de ejecución extrajudicial contra compañeros y allanamiento de morada de la que hemos sido objetivos en los primeros tres meses de gobierno federal.

Actividad de denuncia política que exige la presentación con vida de los revolucionarios Gabriel Alberto Cruz Sánchez y Edmundo Reyes Amaya, la de nuestro compañero Fidencio Gómez Sántiz, así como juicio y castigo a los responsables de la ejecución extrajudicial del asesinato de nuestro compañero Humberto Morales Sántiz y la de nuestro compañero Manuel Martínez Bautista.

Por realizar esta actividad política fueron objeto de prepotencia, vejación y abuso de autoridad por parte de elementos policíacos de la Policía Interbancaria (PBI), quienes minimizaron la denuncia política de presentación con vida de las víctimas del terrorismo de Estado al señalar que “no tienen ningún derecho de manifestarse”, despóticamente las tacharon de “ignorantes”.

Cuando arguyen “eso pasa cuando las mandan al combate y sin armas” es una expresión de la preparación que tienen en las academias de policías, en su lógica provocadora sugieren que se les debe responder con el mismo tono de palabras vulgares; cada acto o manifestación política es un combate a desarrollar y no tiene nada que ver con la diatriba personal.

La criminalización de la pobreza y protesta popular es la expresión de que todo aquel que disienta de la política del actual gobierno es considerado “enemigo” al que hay que enfrentar, donde los elementos policíacos son el último eslabón de la cadena represiva diseñada desde las altas esferas gubernamentales.

En la Ciudad de México esta espiral de violencia es objetivada a través de estos sujetos desclasados. La actitud que asumen no es casual ni un asunto de personalidad, sino es el prototipo de hombres y mujeres que forma y requiere el régimen para imponer su voluntad en detrimento de la mayoría de las masas trabajadoras.

Los argumentos institucionales sobre la conformación de una policía que respete los derechos humanos son un sofisma, la preparación de estos sujetos consiste en eliminar todo destello de afinidad a las masas trabajadoras, someterlos a un proceso de enajenación para que no reconozcan en sus similares a sus hermanos de clase y así arremeter sin escrúpulos para intentar acallar las voces de protesta e inhibir la protesta popular.

A diario las masas trabajadoras se enfrentan con estos elementos policíacos de PBI, quienes de manera prepotente con arrogancia y aires de superioridad intentan imponer su voluntad aunque no tengan la razón. Muchos son amenazados, detenidos de manera arbitraria, hostigados y obligados a darles dinero, en los hechos se expresa la política de criminalización de la pobreza y protesta popular.

Denostar la propaganda política y compararla como una vil mercancía es un absurdo, ofrecerla como parte de la información política no es para el usufructo comercial.
Devela el poco conocimiento sobre los derechos humanos establecidos en los artículos 6, 7 y 9 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, los cuales señalan “la manifestación de ideas no será de ninguna inquisición judicial o administrativa…”, “Es inviolable la libertad de difundir opiniones, información e ideas a través de cualquier medio”.

Derechos y libertades políticas que no se negocian ni están sujetos a caprichos de autoridades policíacas ni de funcionarios e instituciones, son conquistas del pueblo que a través de los años lucharon de manera organizada para establecer el respeto de cada uno de ellos. No se otorgaron por la actitud benevolente de las clases en el poder, sino fue producto de las contradicciones políticas y económicas las que agudizaron la lucha de clases a través de la historia.

Nos queda clara la posición política de los elementos policíacos, sirven al gobierno mexicano y protegen los intereses de la clase en el poder político y económico; hecho que por muy adversas que sean las condiciones no vamos a dejar de denunciar y realizar acciones políticas de masas.

La propaganda política no es una mercancía es la expresión político e ideológico de la realidad objetiva que vivimos en nuestro país, condenar la forma de pensar de las personas manifiesta la práctica fascista de gobiernos autoritarios que no toleran la crítica política de las masas.

Frente Nacional de Lucha por el Socialismo
FNLS

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