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Tinta Socialista No 30. Las precampañas son una simulación que intenta justificar la democracia burguesa

Lunes 19 de febrero de 2018, por Ciudad de México

19 de febrero de 2018

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Todo el embuste de las precampañas resultó una vulgar simulación, en los hechos ya son parte del desarrollo de la sucesión presidencial para hacer creer que en México existe “democracia”. El recorrido que hiciera cada uno de los abanderados de los distintos partidos resultó una farsa, un intento por embaucar a más de un incauto y pretender oxigenar la de por sí desgastada democracia burguesa.

La simulación estriba en que todo lo que pomposamente denominaron “precampañas”, en realidad son el inicio de las campañas por definir al nuevo inquilino de Los Pinos, por esta razón expresan lo burdo y lo antidemocrático, lo ruin y perverso, porque el despilfarro de recursos no tiene fin, mientras el pueblo se debate en una ignominiosa pobreza y miseria.

Con estas denominaciones pretenden ofender la inteligencia humana, porque para todos es claro que el inicio de un largo proceso electoral, que además es el de mayor costo para el erario público, tiene punto de partida en definir al candidato único que será abanderado por una sigla partidista, sin embargo, en ninguno de los aspirantes se desarrolló un evento preparatorio, en todos ya está definido el candidato de facto.

El personaje favorito estaba definido desde el arranque de las precampañas, aunque algunos partidos políticos burgueses trataron de jugar a la “democracia”, pese a ello, no se pudo ocultar el manejo, los acuerdos y el manotazo autoritario para definir al mejor postor.

Las elecciones en estas condiciones expresan lo putrefacto del régimen, las contradicciones internas entre los grupos políticos y económicos, el carácter autoritario y decadente de la política oficial; las propuestas y ejes políticos de los diferentes postores son la fachada que intenta cubrir la democracia burguesa.

Individuos con distinto pasado político, incluso negro, hoy se dan baños de pureza con la renuncia de sus partidos para integrarse a otro, podrán argumentar cuanto quieran, pero no pueden ocultar su pasado político, mucho menos que el motivo de su renuncia es porque no veían asegurados sus intereses particulares y de grupo.

Otros con tal de mantenerse en sus curules hicieron alianzas sin tomar en cuenta la voluntad de sus militantes, sus alocuciones como “el problema no es ideológico” o “todo es un acuerdo”, en los hechos expresan su vena pequeñoburguesa, actitud que se fundamenta en los parámetros de la política e ideología burguesa, por eso no sorprenden los pleitos callejeros por unas plurinominales.

Personajes con ropaje partidista o sin él, son exactamente lo mismo, no existe independencia de ningún tipo, aquellos que se inscribieron como candidatos independientes representan los mismos intereses de la burguesía, tal es el caso de Margarita Zavala y Jaime Rodríguez, mejor conocido como El Bronco, en sus intereses políticos imperan los de la clase que detenta el poder.

La política oficial del régimen desde la institucionalidad busca corporativizar la lucha por mejores condiciones de vida de distintos sectores, en consecuencia, las candidaturas independientes son un engaño, una pantomima para intentar oxigenar el desgastado sistema de partidos.

Margarita Zavala representa al sistema de explotación y opresión capitalista, pretende ser una propuesta que sirva como una válvula que oxigene a la corroída democracia capitalista. En una apariencia de independencia del partido donde hizo su carrera política, supone diluir el rostro nefasto del sexenio de su marido Felipe Calderón Hinojosa, donde se contabilizaron más de 300 mil víctimas del terrorismo de Estado que implementó en su administración.

Jaime Rodríguez es un hombre del sistema, por su ideología e intereses no está fuera de la lógica de los grupos de poder económico y político en el país, más concretamente, es la voz y acción de grupos empresariales del norte, quienes están personificados en esta supuesta candidatura independiente.

Una verdad que cada vez es comprobada, consiste en que cada uno de los candidatos intenta hacerse pasar por “el mejor” de todos, pero una vez enquistados en el poder las promesas de campaña se van al vacío, con slogans que pretende recoger el ideario de las masas populares suponen caer en gracia, pero el argot popular sabe identificar, por define como “el mero mero que chinga al pueblo”.

La democracia burguesa es descubierta en su esencia, representa el mecanismo por el cual se renueva al administrador de los intereses de una cúpula de oligarcas, mientras el pueblo sobrevive en condiciones paupérrimas y deplorables. No es casual que el abstencionismo crezca desmesuradamente, síntoma inequívoco del hartazgo social que viven las masas trabajadoras, donde la salida maniquea de algunos actores es “votar por el menos peor”.

De manera tangencial todos los candidatos reconocen la existencia de la pobreza y la miseria, pero no dan ninguna solución para resolverla, únicamente saben esbozar oraciones hueras que rayan en lo absurdo al pretender mejorar las condiciones de vida con la apertura de puertos marítimos y aéreos, creación de infraestructura carretera y otros pomposos proyectos bajo el sofisma de la creación de empleos.

Propuestas que en esencia fortalecen la política económica del capital monopolista transnacional, de ahí que hagan alocuciones como vamos hacer de México la “capital mundial del talento” o “todos seremos consumidores de las marcas transnacionales y la tecnología de punta”, expresan la continuidad y el fortalecimiento del régimen neoliberal.

Todos los candidatos hablan de combatir la corrupción, de poner “mano dura” a todo aquel político de oficio que incurra en eso, pero no mencionan el proceso viciado y corrupto por el cual fueron elegidos como candidatos de los partidos políticos burgueses que representan, ¿Cómo piensan combatir este fenómeno que los colocó como el mejor postor para la elecciones gubernamentales?

La corrupción es un fenómeno inherente al capitalismo, mientras exista desigualdad social, pobreza, miseria, burocratismo, nepotismo y autoritarismo éste permanecerá; es difícil combatirla cuando a través de ella se intenta llegar al poder, cuando su política se rige por este fenómeno.

En materia de educación no proponen nada nuevo, sus fórmulas van encaminadas a consolidar la reforma educativa, a privatizar la educación pública, por eso arengan sobre una educación de “excelencia” o de implementar escuelas de tiempo “completo”, política que en los hechos ya cobró varias víctimas con despidos injustificados, prisión por motivos políticos, retraso en los pagos de los trabajadores de la educación.

Sobre las cifras del terrorismo de Estado hay un silencio cómplice de todos los candidatos, nadie quiere asumir un compromiso sobre la relación intrínseca entre el poder económico y político, donde a cada víctima de los crímenes de lesa humanidad la identifica su condición de clase y la ambición de empresarios para asegurarse rutas comerciales, insumos y mercado.

Ninguno se pronuncia por los detenidos desaparecidos de manera forzada, ya sea por motivos políticos o sociales, mucho menos por los miles de ejecutados extrajudicialmente; únicamente se hace referencia a ellos de manera tangencial para argumentar su política del supuesto combate a la “inseguridad”, pero sus propuestas rayan en lo maquiavélico, en la creación y reforzamiento de los cuerpos policíaco militares, sin reparar que sobre ellos pesan cantidad de denuncias de ser los autores materiales de los actos de represión y violación sistemática de los derechos humanos.

La violencia institucional no cede, por el contrario, en tiempo de elecciones, todo parece indicar que es el momento en que el Estado mexicano aprovecha para arreciar la represión, por ser tiempos en que los reflectores se encuentran enfocados en las campañas electorales; prueba irrefutable de ello son las fosas clandestinas que aun emergen en varios estados del país, los ejecutados extrajudiciales en Guerrero, Michoacán, Oaxaca y Veracruz, por mencionar algunos.

En el pasado reciente los políticos de oficio de las distintas bancadas partidistas avalaron y aprobaron leyes y reformas que atentan contra la vida y derechos sociales de los trabajadores del campo y la ciudad, hoy son esas misma siglas la que abanderan a distinto personaje con el fin de favorecerles con el voto, ¿qué tan diferente puede ser su proceder? Es muy probable que la diferencia sea muy poca.

En conclusión, las precampañas son una farsa, un engaño; los partidos políticos burgueses y sus representantes, cada vez están más alejados de los intereses y exigencias del pueblo, no se puede votar por políticos de oficio que con sus actos y grupo político que representan atentan contra la vida y la dignidad del pueblo trabajador, por aquellos que tienen un historial de crímenes de Estado y de lesa humanidad. Hacerlo sería avalar su política criminal.

Es claro que continuar por los carriles de la política institucional, lo único que se obtendrá es la corporativización de la lucha popular, más aún, es la senda que refuerzan los grilletes de la dominación política, por el contrario, lo que se requiere es la organización y generalización de la lucha popular mediante la metodología de la independencia política, organizarnos como pueblo fuera del andamiaje corporativizante del régimen capitalista.

Frente Nacional de Lucha por el Socialismo
(FNLS)

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