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Tinta Socialista. Lo que el pueblo necesita no es más demagogia, sino respuestas concretas de qué va a pasar con su patrimonio y por ende su existencia

Miércoles 4 de octubre de 2017, por Ciudad de México

Ciudad de México a 28 de septiembre de 2017

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La corrupción enquistada en las instituciones públicas del gobierno mexicano, la ordeña de la solidaridad que dio el pueblo trabajador, la “falta de atención” e indolencia de los gobiernos federal y estatal a las víctimas del fenómeno sísmico en los estados de Chiapas, Oaxaca, Puebla, Morelos, Ciudad de México y Guerrero son la manifestación concreta de la descomposición de los políticos de oficio y de la crisis política que vive el régimen.

La corrupción es un fenómeno social inherente al capitalismo, en toda la estructura de la sociedad mexicana permea, toda institución pública del gobierno es trastocada por ésta. Bajo el capitalismo, decía Lenin, la democracia se ve coartada, inhibida, truncada, mutilada por la penuria y miseria de las masas. Por esto, los funcionarios se corrompen, tiende a corromperse, bajo este ambiente se convierten en burócratas, en personas privilegiadas, divorciadas de las masas, situadas por encima de las masas.

Los efectos del terremoto de los días 7 y 19 de septiembre fueron devastadores para el pueblo trabajador, no por lo que implicó el movimiento telúrico en sí, sino por la falta de medidas políticas, económicas y sociales del Estado mexicano para enfrentar un fenómeno de esta magnitud. Es en estos momentos donde sale a relucir la demagogia en el discurso, el engaño, la pose en la foto, el cinismo, la hipocresía, el falso heroísmo, la ordeña de víveres de políticos de oficio de toda laya que lucran con la desgracia del pueblo.

La necesidad de “limpiar” la imagen de las fuerzas armadas es notoria, mostrar una imagen ante las masas trabajadoras que están para proteger al pueblo; los eslogan, los anuncios revelan la perversidad del gobierno mexicano de ganar adeptos para ellos, sin embargo, el pueblo no olvida que son la columna vertebral que sostiene al régimen, quienes a través de la violencia y el terrorismo de Estado cometen cientos de miles de crímenes de Estado y de lesa humanidad.

En todo el país son señalados por las más de 350 mil desapariciones forzadas, las más de 250 mil ejecuciones extrajudiciales y los miles de desplazados de sus lugares de origen, por lo tanto, el hecho de que estén en estos momentos en las calles, en “labores de apoyo”, no es más que la militarización de las zonas y el control social de determinadas regiones del país. Si no, cómo nos explicamos que de los brigadistas internacionales que llegaron a nuestro país, sólo se quedaron los israelitas, españoles y estadounidenses, quienes son los que han entrenado a las fuerzas armadas en labores de contrainsurgencia.

En fenómenos naturales de esta índole no se puede predecir lugar, día y hora en que van a ocurrir, pero sí se pueden tomar medidas preventivas para que sus afectos no sean devastadores para las masas trabajadoras, como las familias que perdieron su patrimonio, sus pertenencias, en los hechos perdieron parte de su vida y trabajo, y que a estas alturas el gobierno mexicano no les dé una respuesta segura e inmediata a sus necesidades, los mantiene en la incertidumbre y zozobra.

Ocurridos los hechos comienzan a aflorar la serie de irregularidades en la urbanización en las ciudades, de la cual, la responsabilidad es de los distintos gobiernos, sin embargo, resulta un absurdo que se intente aludir a la desgastada burocracia para decir que fue en otro gobierno. Lo que el pueblo necesita no es más demagogia, sino respuestas concretas de qué va a pasar con su patrimonio y por ende su existencia, que con cuanto esfuerzo físico y material obtuvieron su propiedad.

Lo que también refleja es la corrupción de las constructoras, porque algunos de los edificios que se desmoronaron, tenían meses de que habían sido entregados a sus dueños y fueron devastados por el sismo, aquí surgen varias preguntas ¿Cómo construyeron?, ¿qué tipo de material utilizaron?, ¿bajo qué permiso lo hicieron?, ¿por qué el gobierno de Miguel Ángel Mancera permitió una construcción de ese tipo? Cada una refleja una cosa, el único interés de la finalidad de lucro, no importa la pérdida humana con tal de saciar el interés mezquino de acrecentar su capital y en cuanto a los funcionarios reflejan su actitud servil a la burguesía y ahora son los primeros para ofrecer propuestas de compra, ¡el cinismo no tiene límites!

Los programas y apoyos económicos que ofrecen son insuficientes, caen en lo ridículo, afirman que son desde 6 mil pesos hasta 80 mil, en qué lugar se puede construir una vivienda con esa cantidad de dinero, si lo que perdieron no costó ni siquiera lo que ofrecen, además de decirles que se tienen que inscribir a los programas de desastres para poder acceder a ello, lo que implica que van a ser sometidos a papeleos innecesarios, a un burocratismo hasta hacerlos desistir.

Razón tienen los familiares de permanecer afuera de sus viviendas dañadas hasta que se les reponga lo perdido, lo mismo aquellas que se manifiestan en las calles, por la falta de agua, desde que fue el terremoto no tienen una sola gota de este líquido vital.

La solidaridad del pueblo para sus hermanos de clase es desbordante ante fenómenos de esta magnitud, lo que sí es cuestionable es que el gobierno mexicano utilice discursos como es momento de unirnos y apoyarnos, porque el hecho de que el pueblo apoye es una muestra de su calidad humana, lo que no es correcto es que el gobierno descargue su responsabilidad en las masas trabajadoras y utilice el apoyo como si fuera propio, en cada lugar donde pasa la despensa, las cobijas, el agua, entre otros productos son ordeñados por las distintas instituciones y cuando pasa por las víctimas sólo es lo último.

Las cadenas monopólicas pretenden asegurarse millones en ganancias producto de las donaciones, de la solidaridad popular. Las cuentas bancarias para las donaciones, las aportaciones peso por peso, son una vil mentira, porque mediante estos mecanismos les permite especular con el dolor ajeno, con el hambre y la desgracia popular. La solidaridad debe ser sin intermediarios, pueblo con pueblo, hermano de clase con hermano de clase, para exigir al gobierno mexicano la responsabilidad en la reconstrucción de las zonas devastadas.

En qué destina todo el presupuesto de su administración, es claro que para fortalecer a las fuerzas armadas y el capital monopolista transnacional, para reprimir y cometer crímenes de lesa humanidad contra el pueblo organizado y el que no está organizado; de qué le va a servir a las víctimas unos granos de fríjol, latas de diversos enceres ante el problema que enfrentan en su existencia, si se encuentran en la intemperie.

Al pueblo nos asiste el derecho a organizarnos, a exigir la reparación total del daño, no permitamos que lucren con el dolor del pueblo y pretendan mostrarse como los héroes, denunciemos cada acto de injusticia, evidenciemos a los corruptos y a todo aquel que se aproveche de las desgracias del pueblo.

Si no son atendidas las necesidades es necesario protestar, salir a las calles a evidenciar la política criminal del gobierno mexicano, los intereses mezquinos de proteger los intereses del capital a costa del dolor, muerte y hambre de las masas trabajadoras.

Frente Nacional de Lucha por el Socialismo (FNLS)

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